NUEVO LIDERAZGO UNIVERSITARIO
Genaro Mosquera C.
Deliberaciones de todo orden, en grupos comunitarios,
políticos, gremios, familiares, individuales, y de calle, hablan sin parar de
la crisis del país. Todos conocemos por vivencia propia de los problemas sin
solución a la vista, y ahora, acompañados por los efectos virales, no de las
redes sociales, sino la pandemia y sus consecuencias familiares, y también de
la mentira pregonada incesantemente por el régimen, quien no duda en desplegar
su brutal esquema de control, con medidas absurdas, se burla y somete a las
personas y muy especialmente a los universitarios a sus caprichos
Alguien debería reaccionar y emerger con sus conocimientos y
deberes ciudadanos para parar esta tragedia ante la ausencia de decisiones del
liderazgo político, el cual es evidente, contribuir a echar al usurpador y de
no creer finalmente que las elecciones de la manera como están diseñadas jamás
será una solución. Tampoco las organizaciones políticas que hacen vida en la
Asamblea Nacional actúan en ese sentido a pesar de sus declaratorias de no
apañar elecciones ilegales.
No es una excepción esa percepción por parte de los
integrantes del sector universitario. Ya desde hace meses por no decir años, la
denuncia fluye abiertamente y ha salido de los muros universitarios, Prevalece
la opinión en la comunidad que nos produce verdadera indignación el
comportamiento del régimen y la ausencia de escrúpulos para matar de hambre a
universitarios, especialmente por la vía de la asignación de los míseros
salarios, incluso reducen el salario integral desconociendo acuerdos gremiales,
pero que son también de la responsabilidad de las autoridades universitarias-..
Las autoridades han desaparecido de los campus, se muestran
poco, son discretos en sus opiniones públicas, elaboran comunicados insípidos,
luchan entre ellos y las acusaciones de corrupción comienzan a ser
documentadas, hechas del conocimiento de la comunidad y ahora del país. Ya se
hacen comparaciones odiosas con el comportamiento oficial, y los hechos como
fantasmas recorren los pasillos vacíos de las universidades. No hay respuestas,
sino argumentaciones al voleo, desvíos informativos centrándose en el problema
eterno del presupuesto y en la desastrosa política remunerativa impuesta por el
estado usurpador.
Se habla de la sublimación de las autoridades ante el régimen,
están actuando como ministros sin cartera donde cada universidad parece un
ministerio del régimen, como tales asisten al Consejo Nacional de Universidades
y le rinde cuentas y pleitesía “al señor ministro”, funcionario desclasado e
incompetente, que toma decisiones orientadas a la quiebra universitaria. Sus
efectos son evidentes, éxodo de cerca de la mitad de los docentes e
investigadores al exterior en busca de salarios y actividades dignas, más de la
mitad de la población estudiantil desertó o se fue también. Los que quedan, no
reciben atención y la actividad académica es irregular y eterna. Los profesores
que se quedan adscritos virtualmente son los menos desarrollados en la
meritocracia universitaria, generalmente profesores convencionales, y como si
fuera poco, con una estructura administrativa donde su fuerza laboral
incluyendo la de los servicios y obrera es dos o tres veces la docente, Todos,
dependiendo de los ingresos magros que esperan quince y ultimo
desesperadamente.
Las actividades académico administrativas deterioradas y
limitadas, entonces el clamor de insatisfacción puede sintetizarse en las
expresiones como: “¿Esto verdaderamente es insólito preocupa, y por eso hay que
preguntarse quién tiene la culpa? Además del gobierno, tienen responsabilidad
directa, por omisión, los responsables de nuestra casa de estudios que tienen
la guarda y custodia de la misma. y allí es donde tienen mucho que decir, y no
lo han hecho, las autoridades universitarias”.
La estructura física de la universidad se ha convertido en
áreas depredadas como pueblos fantasmas, saqueadas sus instalaciones, bienes,
equipos de investigación y bibliotecas destruidas; invadida por la delincuencia
y convertidas sus áreas en territorios sin ley y tierra de nadie. Es impactante
vivir la desagradable impresión de caminar por sus espacios, jardines que son
basureros, árboles muertos, caminerias rotas y de libre tránsito de motos por
los pasillos, sin baldosas y huecos en sus calzadas originales, destrucción de
las edificaciones, fachadas convertidas en muros con grafitis, ranchos, y
estructuras improvisadas de zinc y mampostería, áreas públicas y deportivas
insoportablemente deterioradas Declaraciones inútiles de las autoridades
universitarias intentan disimular su incompetencia de haber mantenido la universidad como ha sido
su responsabilidad y no lo han hecho.
La actividad formal de su dirigencia se reduce a hacer
presencia eventual en las inútiles reuniones de Consejo, a compartir con
decanos en buena medida suplentes, con representantes profesorales eternos y
estudiantes de alta rotación los cuales prefieren los ambientes externos en
búsqueda de potenciales representaciones en alcaldías y la asamblea.
En realidad, toda esta situación complementa la clara
cohabitación con la excusa que la universidad sobreviva, pero en el fondo es
colaboración con el régimen por aquello que sus ductores afirman, “es mejor
malos conocidos que buenos por venir,” y
es así que han pasado largos tres
periodos de dirección, que acumulan casi trece años, los últimos nueve sin convocar a elecciones
de autoridades, tomando solo como argumento, que un tribunal ilícito por
cierto, les obliga a permanecer hasta que se haga un reglamento que permita la
igualdad del voto de empleados, obreros y estudiantes en la misma proporción
que un docente investigador. Que locura, puesto que esa decisión permitiría,
sin ofender, que obreros y administrativos y todos los estudiantes, nuevos o
avanzados elijan a las autoridades.
Ello pone en evidencia que las autoridades no asumieron en
su momento su responsabilidad con el
trajinado argumente de la autonomía universitaria, han acepado a rajatablas la
ilegal decisión de un tribunal supremo también ilícito, en consecuencia, han
debido ejercer su derecho autonómico, sin miedo a las represalias y multas para
renovar las autoridades, por el contrario no lo hicieron y cómodamente alargan
el tiempo y ni siguiera se toman el trabajo de actuar como dirigentes rectores
de la sociedad y vigilantes críticos de la cosa pública para señalar cursos de
acción en el país. De tal manera que ni siguiera tienen poder de convocatoria,
no influyen en la sociedad civil con la
excepción de algunos universitarios que por su condición de afinidad con el gobierno interino
han establecido una simbiosis y han tomado iniciativas, sus integrantes
proveniente especialmente de universidades privadas detentan cargos y modelan a
su parecer a la opinión publica, pero el resto de autoridades
universitarias ni siquiera influyen, ni
se involucran en las calamidades públicas como la pandemia que como centros de investigación deberían estar
llamados a disponer de importantes iniciativas; pero en general nada ayudan,
son invisibles.
Su poca iniciativa
comunicacional la asumen los organismos gremiales, donde generalmente sus
objetivos han sido cambiados para el solo reclamo laboral, tampoco hacen
elecciones para su renovación, incluyendo la llamada asociación de rectores
universitarios siendo su intervención más bien simbólica, sin determinación en
sus expresiones orientadas a sustentar declaratorias de paz y cultura, dejando de privilegiar el tema nacional y del futuro inmediato de las
universidades las cuales requerirán a mediano plazo de toda la competencia universitaria, obviamente
renovando sus estatutos y cuadros de dirección.
Nada se dice de los problemas nacionales, recién un grupo de
profesores tomaron la iniciativa de involucrarse y desafían a las autoridades
por su inercia, pero el problema nacional administrado bajo la potencial
esquema de un gobierno transitorio es de
una magnitud tan grande que se convierte en un formidable reto, por ejemplo,
educar a millones de niños requiere de la formación masiva de maestros y profesores
bajo la limitación que la fuerza magisterial está menguada y sus
remuneraciones son totalmente
inadecuadas. Es imprescindible la revisión de la organización de las
universidades e institutos tecnológicos y la reconstrucción de las instituciones universitarias, un plan
de ajuste ante la dispersión masiva de cientos de universidades o aldeas
universitarias creadas al voleo con pésima calidad en su desempeño, la revisión
de la concentración de universidades oficiales en las ciudades venezolanas
apiñadas en la misma calle, con estructuras directivas, departamentos,
decanatos repetidos y carreras similares.
Es necesario abordar el tema de millones de egresados sin
competencia alguna, exhiben sus títulos como credencial profesional con la cara
del iniciador de la revolución; reconstruir centros de investigación,
laboratorios y hospitales, e igualmente, resolver la mengua de docentes e
investigadores muchos de los cuales no van a regresar, pero una fuerza
importante de ellos, incluyendo a retirados deben ser llamados y ser
reincorporados a la formación profesional y docencia universitaria. Es
imprescindible resolver los problemas legales y reglamentarios para acoplarlos
a las nuevas realidades, incorporar a miles de profesores competentes,
retirados del ejercicio de la docencia, pero que representan un gran potencial
en la emergencia educativa para la formación de cuadros nuevos. Todo un reto,
que sepamos, ni una letra se ha dicho sobre este particular por parte de
autoridades actuantes.
La comunidad unida traza planes para la necesaria y urgente
renovación del liderazgo universitario, de cambio del modelo político, de
restitución de la verdadera autonomía, de nuevos directivos universitarios para
contribuir con el cese de la usurpación y promover los procesos de
reconstrucción nacional, todo un ejercicio de cambio que requiere de nuevos
enfoques para renovar líneas estratégicas de desarrollo que la mayor parte de
las autoridades universitarias cansadas de tanto gobernar no pudieron acometer.