ACADEMICOS Y POLITICOS
Genaro Mosquera
La combinación de un académico y de un político
es ideal para intentar una aproximación a la compleja situación política y
social venezolana, el primero, por su formación teórica y critica sobre los
diversos aspectos psico-sociales y económicos, cuya interpretación se basa en
investigaciones confiables, en la lectura sin fin de escuelas teóricas, en
diseños experimentales y, en la métrica de sus resultados; su interpretación les
permite construir modelos de comportamiento e inducir con argumentos
científicos la mejor manera de abordar y resolver los problemas; el segundo,
apoderado de un pragmatismo adecuado puede ejecutar las mejores posibilidades
de optimización en las opciones
sugeridas de desarrollo social y económicos derivadas de la academia.
Ambos, sin una visión realista, pueden
conducir al desastre, ya no conceptual de un académico, sino como consecuencia
de sus interpretaciones sesgadas sustentadas en una ideología unilateral que las
convierte en decisiones orientadas a un propósito individual y a la pérdida de
la generalidad. El pragmático, atrapado en la demagogia, liderazgo artificial y
un marcado populismo orienta sus decisiones para complacer a la autocracia, y lograr
fines individuales que los alejan de las realidades democráticas sin importar
sus consecuencias.
En estos tiempos de calamidad, las personas
comunes perciben con facilidad esos comportamientos, los enfrenta o ignora.
También aprecian como algunos académicos se prestan a contribuir a sustentar la
“teoría política más conveniente” y dotar al pragmático de una base de
sustentación de su narrativa mentirosa quien la ajusta a su conveniencia
individual o de grupo. Esta reflexión conduce al argumento
popular de “yo no soy político”, pero se mete en política y en el caso que nos
ocupa, es frecuente escuchar otro argumento: “una cosa es la academia y otra la
política”. Claro, en el primero se conceptualiza, bien o mal, y en el otro, se
usa para lograr propósitos de gobernanza sujeta a cualquier medio licito o no
para ejercer el poder,
Es pertinente la reflexión de lo
dicho por Albert Einstein “todos somos ignorantes, solo que en temas
distintos”. En ese sentido, se tienen talentos e inclinaciones diferentes, es
decir, se está capacitado para articular la academia a lo político o no,
inducida por un modelo cuya estrategia no debería estar centrada en la
centralización del poder, y en esquemas autoritarios o dictatoriales. El político
común si es incompetente disimula su ignorancia tácita con la narrativa
adquirida en las redes sociales, sin mayor profundidad y estrategia egoísta lo
que lo lleva a dirigir la gobernanza según se vaya viendo y ajustándola a sus
propios intereses
El premio Nobel Friedrich
Hayek ha escrito que “Aquellos que se preocupan exclusivamente con lo que
aparece como práctico dada la existente opinión pública del momento, han visto
que esa situación se ha convertido en políticamente imposible como resultado de
los cambios sistemáticos de la opinión pública y, que ellos -los políticos- no
han hecho nada por guiar.” En la realidad presente, la sociedad mayoritaria sustentada
en la insatisfacción tiene ideas de cambio e induce a la nueva dirección
política a intentar la reconstrucción nacional, tal y como lo percibimos
después de la selección casi por aclamación de la candidata ganadora en la
consulta a la población, sin embargo el político tradicional se resiste al
cambio y recurre a una narrativa mentirosa para mantenerse en una cohabitación
con el poder sin caer en la cuenta que la gente común ya no digiere su discurso,
de tal manera que comienzan a acercarse sigilosamente al movimiento imparable
de oposición verdadera quien los percibe y examina sus discursos que ellos
creen que se lo creerán; no se dan cuenta que el propósito de cambio ha
avanzado en la opinión pública a pesar del control férreo del poder quien
controla totalmente la comunicación y sus medios. La información blanda se
cuela por las rendijas de la opinión boca a boca, y de las redes dejando un
flanco abierto a la motivación de la población de exigir sus derechos, con
fuerza centrípeta que va del centro individual a la periferia arrollando a su
paso, que terminará con los políticos improvisados y los sátrapas que apoyados
en sus esquemas prácticos han sometido al país a la humillación y violación de
sus derechos.
El progreso inducido por un
modelo político diferente al de estas décadas debe ser enriquecido por el
trabajo académico, en consecuencia una de las primeras cosas a hacer es subir la capacidad profesional de
las personas, especialmente de los políticos para contribuir a su formación en
democracia, valores, ética, teorías del valor, constituyente, pero también de
habilidades gerenciales tales como: la formulación de proyectos, evaluación y
control, además de temas cruciales como: el manejo ético de la cosa pública, de
sus presupuestos y el control de las cuentas del estado, sin dejar de lado a
las nuevas habilidades de organización y liderazgo centrado en las nuevas tecnologías,
arrolladoras de las viejas prácticas de Fayol.
Como resultante, aquellos
talentos, y potencialidades que son característica exclusiva de cada uno, deben
desarrollarse para salirse del esquema de dependencia de los que piensan, dicen
y hacen otros y, evitar que se conviertan en trasmisores de frases hechas y caigan en el
resentimiento, tal y como ocurre con los
megalómanos del poder y de los que se han sometido a él con sentido oportunista
y, de quienes no se han dado cuenta, que están dejándose arrastrar por un
grupete que está en caída libre y su destino está marcado.
Un contingente de académicos y
de políticos bien formados deben entonces trabajar por la unidad integral o
superior, todo montado sobre una organización que enfrente al
sistema desarrollado sobre la innovación y las tecnologías que irrumpen en la
sociedad con una gran fuerza de cambio, ello empieza por la construcción de
redes globales de comunicación, activismo planeado, denuncia inteligente, rescate
de los medios, oponer resistencia a la información falsa y a la propaganda a
través de un movimiento civil poderoso que enfrente los desmanes, fraudes
cantados y sistemas corrompidos del régimen.
Pasemos de la narrativa a la
acción, no basta con diseños académicos,
buenos análisis, planes y optimismo, la acción de cambio comienza con
defender hasta donde sea necesaria una candidatura validada por la población
como una insignia de triunfo, pero que debe resolver los obstáculos que minan
el camino; el principal y armónico con
los procesos democráticos es la transformación radical del sistema electoral,
gran muro de contención, manipulación y fraude como se acaba de ver con la
engañosa consulta inspirada en el desvío de objetivos y ocultamiento de errores
diplomáticos o, incluso de complicidad, de tal manera que las fases del cambio
se sustenten en cambios de objetivos y muy especialmente del sistema electoral, de un CNE con la elección
democrática de sus integrantes, sin compromisos, independientes y, sin órganos
judiciales represivos. Es necesario apoyarse en la fuerza creciente demostrada
por los ciudadanos, de la influencia internacional y de la diáspora para lograr
cambiar el sistema de votación realmente transparente y, de llevar hasta el
último rincón la fuerza necesaria para tener un país libre y democrático.