VIVENCIAS DE UN
PROFESOR EN TIEMPO REAL
Genaro Mosquera C.
Yo entendí temprano gracias a la
lectura de cualquier elemento escrito, que la única forma de progresar era
estudiando y así lo hice con tesón, Hice el bachillerato nocturno acompañado de
trabajos toros de día, por ejemplo: vendedor de quesos de mano, casabe y
naiboas, o cosas muy menores. Terminé el bachillerato en seis años con la
incredulidad de vecinos que me miraban como bicho raro. Hasta ahí llegué, pero
tuve la iniciativo y ayuda de amigos, de emplearme como pasante en un
Ministerio y, luego, en una empresa. Todo cambio cuando cayó la dictadura de
Perez Jimenez y la Universidad Central abriera sus puertas gratuitamente. Tuve
la suerte que me orientaron adecuadamente y me inscribí, otra vez de noche en
una carrera y obtuve otro trabajo en una industria. Pude entonces estudiar y
trabajar, lo cual me permitió, comprar con mi sueldo viviendas para la familia.
Me case a los veinte y alquile en buena zona que por cierto en sueños de niño
miraba siempre desde lo alto del cerro.
Me gradué en la Universidad y
tuve la fortuna de tener tremendos profesores, heredé la vocación, y me quedé
dando clases. Empecé concursando, pasé por varias escuelas, y subí a pulso en
el escalafón universitario, estudiando, haciendo postgrados incluyendo dos
doctorados. Ello me hizo ser profesor de verdad y hasta escribí unos cuantos
libros. La paga mensual en aquel entonces equivalía a unos tres mil dólares que
para los mediados de los setenta me permitió adquirir techo propio, dar
estabilidad de mi familia, financiar una carrera a una de mis hermanas, criar
mis hijos los cuales estudiaron en universidades acreditadas. Gracias a Dios,
todo resulto perfecto y hasta me di varias vueltas por medio mundo para ampliar
mi cultura y curiosidad.
La Universidad me formo, modeló y
ejercí cargos académicos, fui prestado un par de veces a la administración
pública en cargos de relativa importancia, y llegué como profesor investigador
al rango de Profesor Titular. La universidad ha sido mi inspiración y me
proporcionó los mecanismos para adquirir calidad de vida. Pero llegó el
Socialismo personificado por militares y civiles, algunos universitarios. Por
cierto, conocí a muchos de ellos en la universidad y en actividades extra
cátedra. En muchos de ellos percibí un cierto resentimiento social,
despreciaban en general y le hacían la vida imposible a quien no compartiesen
sus ideas marxistas, pero lo que si se, es que vivieron a expensas de la
universidad. Estudiaron muchos de ellos más tiempo del necesario para
mantenerse como dirigentes estudiantiles, algunos se graduaron. Eran
dispendiosos, gamberros, y opositores a los gobiernos por antonomasia. Eran los
críticos del sistema, se alzaron y pacificaron, se aliaron posteriormente con
militares después de tanto odio expresado hacia ellos, pero cuando llegaron al
poder, cobraron, se vengaron de sus afirmaciones trasnochadas de represión,
hicieron gala de su incompetencia y, finalmente, tuvieron éxito acompañando el mismo con
el pregón eterno de la lucha de clases, de las enseñanzas del
marxismo leninismo para crear el hombre nuevo,
y porque no decirlo, de las mieles del castro-comunismo.
Desde
el poder contribuyeron a arrumar al país, me convirtieron en pobre otra
vez. Y hoy, como profesor estoy pasando
más trabajo que Juan Bimba producto entre muchas cosas a que mí poder
adquisitivo bajó o, bajó y sigue bajando. Obviamente, la resultante es que me consumí los ahorros, agoté los préstamos
del instituto de previsión y gracias a que tengo casa, carro modesto, una salud
relativa, pero sobrevivo a duras penas.
Lógicamente estoy jubilado y en compañía de mi esposa, porque los hijos
están regados por diversas geografías buscando sus propias fórmulas de vida,
pero eventualmente tengo que participar en algún trabajito para completar los
ingresos y tratar de disponer de una vida digna, pero ciertamente, la calidad
de vida se nos fue al sapote viejo.
A la fecha, socialmente sigo
siendo flamante profesor universitario, sin medio donde caerme muerto, viviendo
de una pensión de cincuenta dólares al mes, terminamos en la casi ruina, no
podemos vender lo que tenemos, no porque no querríamos, sino porque no hay
quien compre, pero como quedaríamos, arrimados a los hijos, lo dudo mucho.
Ciertamente el mundo da muchas vueltas, pero mientras tanto, llegamos al inicio
como cuando empezamos la vida como adultos, como el perro que se muerde la
cola. Llegue a la condición de Profesor Juan Bimba, gracias a la ruina
generalizadas de un país que perdió el rumbo y por supuesto, no encuentro que
hacer con la rutina, a pesar que de vez en cuando, voy por ahí a dar unas
clasecitas gratis escuchar algunas charlas que son esencialmente para hacer
catarsis para no perder la costumbre y escribir pendejadas como esta. Pero para
no hablar como regularmente hacemos, documento mi condición con un
informe personal para ilustrar mi condición de profesor
pela bola.
Marzo del 2017.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario