sábado, 25 de diciembre de 2021

EL FUTURO DE LA UNIVERSIDAD

 


Hace algunas semanas disertábamos sobre las perspectivas de desarrollo en la universidad venezolana dentro del entorno de la crisis social y política que ya tiene mucho tiempo afectándola, y de la insoslayable presencia de la tecnología que marca el futuro de la educación.  Afirmábamos que la oscuridad educativa es producto del modelo adoptado por la gobernanza de un régimen que induce muchas limitaciones para el desenvolvimiento de la sociedad del conocimiento.

Los grandes cambios globales, y su impacto social han permeado en el manejo de la información la cual penetra en las mentes de la población que al menos, está dotada de la capacidad y facilidades para incursionar en las redes sociales a diferentes niveles de profundidad acompañada de una cierta disposición para conocer la realidad y hacerla consciente de la necesidad de transformarla incluyendo a la educación.

Las tendencias educativas en la sociedad venezolana revelan limitaciones estructurales que requieren de una importante revisión para al menos, intentar aproximarnos a sortear algunos obstáculos que tiene la educación superior, hoy limitada y ajustada al modelo político anti autonómico, guiada por una visión centralizadora e ideologizada que la ha apartado de su misión y visión.

La adecuación a los poderosos cambios tecnológicos que impactan a la estructura docente e investigativa, no solo debe resistir los embates contrarios a la libertad de pensamiento sino que tiene la obligación de repensar la universidad y que, en algún momento deberá adoptar una política coherente, moderna y de cambio del sistema universitario para adaptarlo a la visión de futuro y, a otras consideraciones que guían hacia nuevos caminos   a la educación universitaria, no solo en nuestro país sino a nivel global.

La pandemia del COVID 19 marco un punto de inflexión social y cambio de la sociedad, no solo en sus efectos, sino en que ha inducido una transformación importante en la manera de impartir y dar continuidad a la educación. Por supuesto, nos encontramos con la paradoja de adoptar nuevas estrategias frente a la continuidad de un modelo caduco. Esas nuevas estrategias no tienen el ambiente apropiado como consecuencia de la sujeción al modelo político actual cuya resultante singular ha sido que la juventud no solo migró de manera significativa llevándose su valiosa carga intelectual, sino que dejo atrás a un sin número de personas que desgraciadamente no tienen interés alguno en la educación formal.

Los más capaces simplemente no ingresan a la educación superior sino que buscan soluciones cortoplacistas de formación simplificada  y pragmática lo cual contribuye  no solo a abandonar la educación formal sino que aprovechando el uso de la tecnología buscan conocimientos de pronta aplicación laboral para insertarse en un sistema claramente informal, el cual se ajusta al esquema socialista responsable de fomentar la incultura y la marginalidad como producto lo cual les obliga a buscar en labores empíricas el sustento para sobrevivir.

El efecto de las políticas oficiales  ha determinado la desaparición económica de la clase media y ha hecho emerger a un proletariado que se instaló  en la informalidad laboral lo cual le ha permitido lograr ingresos en divisas equivalentes al salario mínimo de los países vecinos lo que ha traído como consecuencia a un individuo cuyo interés inmediato es convivir con el sistema y, hasta lo protege con la falsa presunción que logró proporcionarles una zona de confort por cuenta propia, cierta ascendencia y sustituta de la clase profesional menguada. Este segmento crece cada día, ha creado una nueva clase social y ha venido paulatinamente pasando de la resistencia al sistema con relativa tolerancia, e incluso, colaboración.

Considerando que tales circunstancias están enclavadas en un entorno político de difícil desplazamiento cuya gestión ha logrado estabilizarse, que se ha legitimado en cierto sentido y que ha logrado la inserción de una oposición blandengue, colaboracionista y ajustada a los intereses del régimen, habrá tiempo entonces de planear qué vamos a hacer cuando esta realidad de paso a la libertad y a la democracia acoplada a un nuevo modelo de gobernanza.

Surge entonces la necesidad de repensar de la educación liderada por la universidad, la cual debe considerar los elementos de la modernidad caracterizada por nuevos enfoques en su organización y en la manera de profesionalizar sus actividades para su propio desarrollo y del país.

En ese marco las universidades deben cambiar su enfoque ante el surgimiento de nuevos modelos de educación caracterizados por la imposición de la realidad instrumental, es decir la educación de carácter presencial, en línea o híbrida. Estos elementos son algunos a lo que las universidades del mundo han tenido que adaptarse y que seguirán transformando dentro de una especie de multi diversidad, incluyendo las formas de llevar a cabo las investigaciones científicas, la operación de las instituciones y el fortalecimiento de la cooperación internacional. 

En ese sentido, la educación del futuro será multimodal, es decir un mixto de clases presenciales con clases remotas, asíncronas, o sincrónicas, con experiencias individuales validadas fuera del aula cuyos conocimientos autodidactas incluso rebasan a los de los profesores frente a conocimientos adquiridos con experiencias de aprendizaje individuales o proporcionadas por  cientos de miles de centros de formación que otorgan certificaciones para el ejercicio de nuevos empleos que han requerido potenciar  diversas habilidades.

En el mejor de los casos, los estudios adquiridos en los procesos mencionados deberán ser reconocidos por las universidades dentro de planes flexibles, acreditables, reconocimiento de experiencias de formación profesional dentro de la concepción de formar profesionales multimodales ajustados a nuevas realidades laborales y que colateralmente permitan el soporte investigativo y el desarrolla de la ciencia en franca colaboración con los centros de capacitación y corporaciones tecnológicas que ofrecen un mercado en la formación múltiple y oportuna.

Metodológicamente se va más allá de lo que estamos viendo en la actualidad como el caso de la realidad virtual sustentada en soportes de almacenamiento del conocimiento, seguridad y protección intelectual, manejo a través de “block chain”, la “big data”, el uso de proyecciones holográficas, la inteligencia artificial y los espacios virtuales grupales, institucionales y personales metaversos. Es decir, tecnología virtual en campus múltiples y de combinaciones institucionales e internacionales de variadas formas organizativas de las universidades que sobrevivan usando las plataformas web3.

Estas nuevas plataformas funcionan sin intermediarios y con proyectos de investigación claramente definidos, están centrados en la descentralización y la economía de los creadores del conocimiento lo cual introducirá cambios en la manera de enseñar de manera disruptiva. La cual, por cierto, ya tiene un impacto considerable en la enseñanza de nuevos idiomas, manejo de las finanzas con el uso de modelos financieros que rebasan al sistema bancario, el desarrollo del arte digital, el gran impacto en la música, su difusión, los entretenimientos laborales y de oficios que marcan la conducta de muchos adultos, pero especialmente a nuestros niños y adolescentes los cuales  desprecian el analfabetismo digital de los mayores, más bien enseñándoles de cómo manejar los instrumentos digitales con gran competencia intuitiva.

Este entorno es todo un reto para un nuevo enfoque, pensamiento y creatividad para el diseño de un modelo de universidad. No podemos continuar con el modelo actual y su quimérica transformación o reforma; las mejores competencias profesionales deben tener un sentido prospectivo y sobre visión de los que se nos vino encima y no nos dimos cuenta.

El condicionamiento impuesto por el régimen y su óptica de control social es un muro de contención, pero aprovechemos el lapso del ejercicio del poder usurpado es clave repensar la universidad en ese tiempo hasta que las condiciones determinen el cambio del modelo político, y como señal de esperanza, limitada por la desesperanza solo puedo decirles en este ambiente restrictivo y en vísperas de la navidad signo de fe y esperanza que los cambios en el establecimiento actual se producirán. Los grandes cambios nunca se ven venir, son como pasos silenciosos, pero inevitablemente ocurrirán.

sábado, 18 de diciembre de 2021

ITINERARIO UNIVERSITARIO EN TRES SIGLOS

 


Celebrar un aniversario antes de tiempo puede revelar muchas cosas, en efecto, el 22 de diciembre se inició el proceso histórico del desarrollo de la universidad venezolana la cual data de tres siglos. Un 22 de diciembre de 1721 el rey de España, Felipe V decretó por Real Cédula la facultad para que el Colegio Seminario de Caracas se constituyera en “Real Universidad de Santiago de León de Caracas” con las cátedras de teología de víspera, leyes, teología moral, filosofía, gramática de menores y música o canto llano.  Es decir, se inician las actividades universitarias bajo la figura de una universidad monárquica y colonialista, muy diferente en su misión y objetivos de la que creó el Libertador Simón Bolivar el 24 de junio de 1827 con el nombre de Universidad Central de Venezuela.

De acuerdo a este planteamiento se celebran a destiempo los trescientos años de la Universidad Central de Venezuela cuando en realidad fue creada institucionalmente en 1827, en todo caso, es el aniversario de la primera universidad en territorio venezolano cuyas características fueron de origen monárquico, colonialista, eclesiástica y clasista. En fin, no es un tema que afecte la larga trayectoria universitaria, pero vale la pena hacer algunas disquisiciones al respecto.

Por decisión papal al año 1725 [1] .se declara erigida la “Real y Pontificia Universidad de Caracas” y en tal sentido, el Obispo de Caracas, Monseñor Escalona, declarará “erigida, instituida y fundada dicha Universidad ubicada en la antigua sede del Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima, ubicado al lado sur de la antigua plaza mayor de la ciudad de Caracas.

Es en 1819 cuando el Libertador Simón Bolívar propone la Constitución de la República, y en su gloriosa intervención ante el Congreso Constituyente en la ciudad de Angostura da origen a la República.  En ese entorno  republicano se crea en 1821 en la primogénita ciudad de Cumaná  la Universidad de Cumaná y, es en 1827 cuando se inicia un proceso de cambio y transformación de las universidades; se reforman los estatutos universitarios y se elaboran los reglamentos universitarios los cuales fueron promulgados por el Libertador instaurando de esta manera el primer cambio significativo en la educación superior y a la sazón, transformando a la Real Universidad Santiago de León de Caracas en Universidad Central de Venezuela y se designa rector al Dr. José María Vargas quien inicia inmediatamente la reforma de la universidad, crea simultáneamente la facultad de Medicina, y se promulgan los   correspondientes estatutos.

A partir de ese momento histórico la universidad inicia sus procesos de cultura y desarrollo de la era republicana, y comienza a fluir a lo largo del siglo con sus particularidades y los ajustes naturales de sus objetivos. Es hasta 1873 cuando se promulga un decreto declarando la independencia de la universidad del Ejecutivo Federal y se establecen las bases para su nueva organización, génesis de la autonomía universitaria.,

En esa época se hace presente la promulgación de nuevas constituciones con sus efectos sobre la educación, especialmente la universitaria por sus posturas críticas y estimuladoras de la innovación. En variadas ocasiones, las acompañan de protestas renovadoras tal y como ocurrió en 1912 cuando se producen conflictos estudiantiles contra el gobierno dictatorial y de sus políticas restrictivas en el área académica, las cuales conducen al cierre temporal. Más adelante, la disolución de las asociaciones estudiantiles, luego ampliadas con la represión a la Federación de Estudiantes y la consiguiente toma policial violando los espacios universitarios.

Es conocida la postura de la generación del año 28, universitarios de boinas azules en contra de la dictadura gomecista conducente a la protesta inteligente lo cual endurece las posturas de los extremos y lleva a la cárcel a los lideres del movimiento, pero que, indirectamente fortalece su formación universitaria, y el espíritu libertario que marcará al siglo XX. Ya para 1941 se debate sobre la transformación y situación de la universidad venezolana las cuales vienen acompañadas de nuevas propuestas educativas centradas en la lucha contra el analfabetismo, el mejoramiento gremial que conduce a, deliberar y protestar por nuevos decretos oficiales restrictivos al desarrollo universitario.

Independientemente de la controversia, la universidad siempre ha sido crítica y buena adversaria del Ejecutivo Nacional y de sus políticas de maniatarla a sus intereses como, por ejemplo, los intentos de cambio llevadas a cabo en 1953 en una deformada Ley de Universidades. Ese periodo está caracterizado por una amplia y clandestina movilización estudiantil que llega a nivel de liceos y que contribuyó por diversos motivos, (incluyendo los netamente políticos) a la huelga universitaria en una fecha significativa del 21 de noviembre de 1952 originaria al derrocamiento del gobierno en 1958.

Desplazado el gobernó dictatorial por otro de transición, se conforma una Comisión Universitaria para modificar el estatuto de funcionamiento de las universidades lo que permite el rediseño de ellas sustentada en la autonomía universitaria, la cual viene acompañada de la contratación de profesores de alta preparación, la apertura popular de la universidad y, la creación de nuevas universidades. Se entra en un periodo de revisión de la educación universitaria concretando el sistema de admisión y la gratuidad de la educación superior, promoviendo la respectiva reglamentación en las universidades.

Después que se instala un gobierno democrático para el año 1960, las luchas estudiantiles asociadas a la agitación ideológica se profundizan dentro del marco de un gobierno debatiéndose con la guerrilla cuyos focos intelectuales se agruparon preferentemente en la Universidad Central de Venezuela y que por cierto han tenido un efecto directo años después a contribuir a erigir al régimen actual.

Con una nueva Constitución en los inicios de un periodo democrático, se perfila el desarrollo universitario dentro de un sistema educativo normado por el Plan de la Nación, surge el debate constructivo y el nombramiento autónomo de autoridades universitarias sustentado en elecciones internas por parte del Claustro Universitario.

Ya para 1969 un nuevo gobierno estimula el proceso de internacionalización centrado en el Convenio Andres Bello, y bajo una nueva Ley de Universidades se norman las actividades universitarias. Ello estimula el debate, la controversia y consecuentemente manifestaciones estudiantiles las cuales son coronadas con la invasión del ejército en sus predios y violación de su autonomía.

Todo este periodo ha estado marcado de conflictos y reclamos gremiales reivindicativos por parte de docentes y estudiantes acompañadas de reclamaciones financieras en lo que se ha   llamado lucha por un presupuesto justo. En general, la universidad ha sufrido un cambio favorable con los gobiernos democráticos, incluyendo la “renovación universitaria. Todo ello ocurre cuando la alternancia política y libertades democráticas hacen que se logre ampliamente la incorporación de la población joven de procedencia popular al sistema universitario.

Entramos en siglo XXI con una larga historia de transformación, cambio universitario e innovaciones académicas, acompañadas también de conflictos y enfrentamientos conceptuales con el régimen actual, especialmente sobre los objetivos de la universidad, y. de su visión democrática, crítica y autonómica. En tal sentido, es necesario hoy día revisar objetivamente su funcionamiento dada la circunstancia que frente a importantes limitaciones impuestas por el régimen se ha fragmentado e intervenido indirectamente el sistema universitario con el efecto directo de pérdida de calidad, éxodo estudiantil y docente.

Una serie de factores han limitado la misión y objetivos universitarios dentro de la línea de tiempo de tres siglos. Dentro de su propia perspectiva en el presente es necesario estudiar esta nueva realidad considerando la visión prospectiva del desarrollo de las universidades a mediano y largo plazo y, presentar una innovadora concepción actualizada de su situación y, de su desarrollo en estos tiempos de modernidad y cambio. Reconstruir su visión, valores y objetivos nos obliga como universitarios a convocamos para llevar a cabo la propuesta de retomar el camino de la transformación y modernización universitaria a pesar de los obstáculos que enfrenta. La universidad nunca se ha detenido en una línea de tiempo de tres siglos y no lo hará ahora a pesar de su intervención temporal por parte de un régimen que intenta someterla.


 



[1] Cronología histórica de la educación venezolana

Ramón Alexander Uzcátegui Pacheco y Luis Bravo Jáuregui Memoria Educativa Venezolana enero 2021, Caracas, Venezuela

 

sábado, 11 de diciembre de 2021

MODERNIZACION Y CAMBIO UNIVERSITARIO

 Es reiterativo la aspiración universitaria de invertir el tiempo necesario para preparar un serio programa de modernización y transformación universitaria para la nueva universidad, ello, frente a la perspectiva de que ya la universidad no es lo que solía ser, es decir un campus democrático, critico, creativo, innovador, plural, cultural y ductor de un país, claro, más allá de la formación de profesionales e investigadores. La universidad ha sido intervenida sistemáticamente por el régimen y poco a poco cambió su misión, visión y objetivos. Frente a ello, se requiere un cambio del modelo político para retomar esas características, mientras tanto, contribuyamos a formular un nuevo modelo de universidad acorde a los tiempos y a los significativos cambios sociales nacionales e incluso globales.


Persiguiendo la visión de Benjamín Franklin  para la educación superior en los albores de la independencia norteamericana, su visión modelaba los objetivos del nuevo mundo con el deseo expreso de mantener la incipiente democracia y avanzar en el desarrollo de la ciencia dentro de la perspectiva de conceder ampliamente el acceso a la educación superior y fomentar más allá de las profesiones, la ciudadanía activa; con visión de futuro afirmo:


  “..nada más importante para el bien público que formar y entrenar a la juventud en la sabiduría y la virtud. Los hombres sabios, y buenos son, la fuerza de un estado, mucho más que las riquezas o las armas, los cuales, bajo el manejo de la ignorancia y la maldad, a menudo traen miseria en lugar de proveer la seguridad de un pueblo” 


Siguiendo entonces estas formidables reflexiones, la necesidad de retomar la universidad es necesaria para dirigir los esfuerzos en estos menesteres ciudadanos, y para repensar la universidad en estos tiempos de necesario cambio.


La generación de reformas universitarias a finales del siglo XX se caracterizaron fundamentalmente por cambios en los modelos de financiamiento, en la exigencia de la búsqueda de eficiencia a través de la implantación de sistemas evaluativos y de atención a las presiones por relaciones más estrechas con el sector productivo. Agencias internacionales como la UNESCO y el Banco Mundial tuvieron un papel importante en la introducción en el discurso para la agenda de transformación, con los diferentes matices que la caracterizan, 


Vale la pena destacar el fenómeno de la globalización, y los nuevos paradigmas como sociedad de la información, sociedad del conocimiento,  y su complejidad los cuales imponen a la educación superior nuevas formas y retos, en los que se comienzan a gestar nuevas modalidades de universidad, entre ellas la universidad virtual y la universidad corporativa al que en consecuencia, se le exige que se transforme-; sin dejar de resaltar también, que comienza a surgir un mercado educativo de carreras y programas de educación que pondrán en apuros a los propios sistemas nacionales de educación superior.


Estos nuevos fenómenos de cambio que están irrumpiendo con fuerza en el siglo XXI tienen que ver por un lado con las exigencias de la globalización económica, de calidad, pertinencia, competitividad y ampliación en el acceso a la universidad, mientras que, otros aspectos, tienen que ver con los requerimientos de la globalización educativa y, por lo tanto, de la internacionalización como forma activa de responder a la sociedad del conocimiento. La modernización del sistema de educación superior es fundamental, para abrir nuevos espacios de competitividad y pertinencia social, se precisa lograr transformaciones en los sistemas de educación superior frente a los retos que impone la nueva sociedad. 


El modelo tradicional de universidad no resiste a las exigencias de las nuevas realidades, requiriéndose una reconfiguración conceptual de su actuación y nuevas prácticas que permitan a las Instituciones de Educación Superior vincularse a su entorno. En este sentido, se deben arbitrar mecanismos innovadores; para ello, es necesario adoptar una cultura emprendedora que explore las oportunidades de producir cambios, todo ello sujeto a un plan derivado de un análisis producto de una investigación formal de la realidad universitaria en particular, sin dejar de lado la perspectiva del entorno educativo, el desarrollo del país para el caso de Venezuela, y su vinculación internacional.


A través del análisis de las diferentes corrientes del pensamiento sobre la educación en general, y consecuencialmente la revisión de los problemas de la educación superior se identifica el impacto de los nodos convertidos en los principales obstáculos para la transformación y modernización universitaria. A través de la experiencia en la dinámica universitaria, se propone una propuesta preliminar para darle forma a un proyecto definitivo financiado por organismos nacionales e internacionales destinados a la construcción epistemológica que facilite la definición de las líneas estratégicas para la formulación científica de un Modelo de Universidad que persiga el cambio y modernización de la educación superior. 


La sociedad debería poder contar con un sistema universitario encargado no solo de generar y transmitir conocimientos, sino que sea capaz de tomar conciencia de la transición, analizar sus implicaciones y encontrar la fuerza autónoma para su autotransformación. De otra manera, el sistema educativo se convertirá en un freno al despliegue del potencial de modernización de nuestras sociedades incluso dentro de un cambio de modelo político. Si no se da el cambio hoy, mañana todavía se estarán egresando profesionales desligados y desactualizados a las nuevas realidades. 


Esta dinámica de cambios, nuevas exigencias y demandas se depositan en los sistemas universitarios, imponiendo una nueva generación de reformas que producen un «papel clave tanto en la generación y movilización de conocimientos como en la formación de sujetos con capacidades de desempeño creativo con el nuevo entorno». 

Es imprescindible la revisión de los procesos académicos, financieros, administrativos y de pertinencia social acompañados de una evaluación de la calidad, y sobremanera, de las necesidades del país. La universidad debe cumplir con las expectativas de la sociedad en la cual se inserta, en función de sus demandas de formación de recursos humanos de alto nivel en áreas prioritarias para el progreso nacional, de los avances de la ciencia y la tecnología para la inserción del país en forma competitiva en la sociedad y, del acercamiento universidad-comunidad mediante el reforzamiento de programas de extensión y otros similares.

Frente a estos antecedentes, en mayor o menor medida “se deben elaborar estrategias de revisión integral que resulten justas, equilibradas, realistas y pertinentes acordes con los avances del mundo, así como también con los requerimientos de la sociedad, buscando canales de interrelación y a la vez, relegitimando su papel como generadora de conocimientos y motor de cambios de la sociedad”.



En atención a ofrecer un análisis sobre las múltiples propuestas que en materia de reforma universitaria se han generado en Venezuela y en general en América Latina, es necesario establecer cuáles son los principales aspectos que interactúan en el tema de reforma universitaria, al detectarse una búsqueda sistemática de los caracteres, antecedentes y factores que interactúan como variables de análisis. En este sentido, se requiere analizar los principales mecanismos que propicien el proceso de transformación universitaria; así como los elementos que permitan configurar una metodología para llevar a cabo el cambio, especialmente, en los aspectos relativos a la gerencia universitaria En el sentido de satisfacer esta inquietud investigativa, es necesario ordenar los aspectos básicos e implícitos en el tema de modernización y transformación universitaria; llevar a cabo un análisis, con la utilización de recursos conceptuales y técnicos que ofrece la Ciencia y establecer las principales características, mecanismos y elementos que impulsen los procesos..

El Sistema educativo venezolano adquiere un gran desafío en lo que se refiere a una revisión integral mediante acciones enmarcadas en una alta complejidad y por lo tanto para solucionarlo se requiere de cambios profundos: políticos, económicos y sociales enfocando el problema dentro de una visión de totalidad, sistémica-globalizadora, integradora, donde todos los elementos del sistema educativo sin descalificación o exclusión de ninguno de ellos, sean considerados para la elaboración de paradigmas y proyectos de acción a mediano y largo alcance, integrales, flexibles, actualizados, definitivamente comprometidos con el cambio permanente y puestos al servicio de una sociedad democrática, solidaria, justa productiva, centrada en el desarrollo autosustentable y armonioso


sábado, 4 de diciembre de 2021

PERSPECTIVAS DE LA UNIVERSIDAD

 


Una visión prospectiva de la educación permite apreciar que  está siendo impactada por la vertiginosa presencia de la tecnología digital donde las estimaciones señalan que la comunidad venezolana vive en la oscuridad digital retando a las agendas educativas sobre el desafío de garantizar el acceso a la sociedad del conocimiento y da por descontado que  “los temas pendientes que arrastramos del siglo XX  siguen relacionados con la cobertura, y acceso tecnológico a los distintos niveles educativos”.

Irremediablemente todo a nuestro alrededor se transforma tal y como se pone de manifiesto en los grandes cambios: las cadenas del comercio, la demografía, los fenómenos climáticos, la evolución exponencial de las tecnologías, y el exceso de información que se genera cada segundo. Cambios que por lo demás sucedían antes de la declaración mundial de la pandemia, pero que, con la nueva realidad, se han acelerado. En este sentido, es necesario interpretar la estructura del sistema educativo y su mayor componente profesional en los escenarios universitarios los cuales han sido intervenidos ideológicamente y que obligatoriamente deben ser tomados en cuenta para formular un proyecto de transformación universitaria, y muy especialmente, de la realidad que está modificando la curva de oferta y demanda laboral. Todo eso obliga a reconfigurar para un futuro mediato un nuevo modelo de universidad y buscar a gran escala centrarse en tareas de mayor valor añadido.


Las tendencias de la sociedad actual aun con las limitaciones estructurales y políticas de nuestro país, requieren una revisión integral para atender la necesidad de los requerimientos académicos, superar los problemas de gobernabilidad nacional y de las instituciones educativas, ir más allá de resolver el secular recorte del presupuesto universitario y para satisfacer las cambiantes necesidades sociales, y su desarrollo dentro de la regionalización de las economías.

Es evidente la elevada tasa de la deserción universitaria la cual ha aumentado con la pandemia. Si bien es cierto, existen allí factores vinculados a la política desarrollada por el régimen que ha sido altamente restrictiva y focalizada, la deficiencia en la conectividad tecnológica, y de apoyo económico obliga a  de trabajar de inmediato en una reestructuración del modelo universitario para ajustar el  tono en que las instituciones de educación superior están dejando de ser una opción para estudiar una carrera, ya no solo como consecuencia de la crisis social, política y económica, sino también por la necesidad de resolver los problemas de inserción en el mercado laboral 

Las universidades en un nuevo escenario prospectivo deberán estar construyendo alianzas con organismos, empresas, e instituciones con estructuras más ágiles colocando en la mesa sus recursos humanos con experiencia investigativa, docente y extensionista, desarrollar nuevos enfoques, profesiones ajustadas a la realidad, y certificar competencias profesionales en formatos curriculares diferentes a los actuales. La educación superior continúa siendo restrictiva tal y como fue concebida en el pasado y va dirigida al colapso acosada no solo por las fuerzas del cambio lo que pone en evidencia el establecimiento de un nuevo paradigma para que sea exitoso dentro de las perspectivas sociales y de desarrollo de los próximos años.

Es este último escenario el que debemos subrayar y en el que deberíamos ubicarnos para adoptar una nueva visión la cual es la clave para desarrollar alta competencia, con verdadera autonomía, y proporcionar las bases para instrumentar estructuras cada vez más auto sostenibles. De acuerdo a los planteamientos propuestos por Silingo y Clark en lo que denominan Innovación Disruptiva   citamos: “ Se argumenta que la pandemia ha puesto al descubierto la necesidad de que la educación superior cambie sus proyecciones de matrícula futura”, en consecuencia,  muchas universidades tendrán que ajustar la forma en que forman a los estudiantes, formular innovadores proyectos y patentes, y aunque no les guste a muchos académicos ortodoxos, hacer negocios si desean sobrevivir económicamente dentro de las perspectivas de  que existe una oportunidad única para aprovechar los cambios emergentes de los últimos años para un buen largo plazo.

Con ese fin, las universidades deben actuar ahora para derribar las barreras de acceso y llegar a una población más amplia y diversa de estudiantes ansiosos de satisfacer las necesidades de una fuerza laboral cambiante y capturar oportunidades profesionales y de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Sin duda, la pandemia causó un verdadero dolor a la educación superior, pero también aportó claridad sobre lo que viene a continuación. Mucho ha sido ya escrito sobre cómo el Covid-19 obligó a las escuelas a acelerar la combinación del aprendizaje presencial y en línea. Si bien este cambio abrupto creó desafíos significativos, este modelo híbrido a largo plazo mejorará enormemente. Las nuevas herramientas digitales, pueden ayudar a los educadores a evaluar mejor la participación de los alumnos, proporcionando así a los instructores una hoja de ruta clara sobre cómo perfeccionar y mejorar sus cursos y métodos de enseñanza.

Pero hay otras lecciones que aprender de este año tumultuoso que se extienden mucho más allá del aula; una red educativa reunió a un grupo de líderes de la educación superior para discutir cómo la asombrosa interrupción de las clases presenciales marcó la pauta para proporcionar pistas para re imaginar cómo las instituciones dirigirán sus actividades y servirán a los estudiantes en el futuro. Lo que surgió de las encuestas y discusiones con el grupo fue que el enfoque hibrido es necesario para impartir educación la cual debe ampliarse para incluir no solo cursos académicos, sino también otros elementos principales que impulsan la experiencia de aprendizaje y hacen que el campus funcione, es decir, los servicios estudiantiles, la prestación de servicios profesionales, el desarrollo de las empresas universitarias para administrar los proyectos de investigación y dotar de una poderosa fuerza laboral a la economía que habrá de reconstruirse.

El campus híbrido, trasciende nuestra idea actual de educación combinada con una visión más holística para ofrecer todo lo que ofrece una institución, desde asesoramiento académico hasta cursos y servicios profesionales. Las instituciones tienen la oportunidad de aprovechar con nuevas inversiones y aprendizaje en tecnología digital la experiencia de docentes y de estudiantes y, favorecer el trabajo remoto bajo la premisa que este enfoque podría hacer que las instituciones se centren más en el estudiante y en sus profesores a fin de garantizar su sostenibilidad.

Otros cambios requieren de una mejor estrategia, como por ejemplo, administrar a los estudiantes como componentes vitalicios y recopilar información en tiempo real sobre las necesidades cambiantes de la fuerza laboral, para ello, las universidades pueden desarrollar programas académicos flexibles para la economía en evolución, organizar cursos acreditables para un plan de estudios en particular y, que estén siempre disponibles en programas de educación continua. También es imprescindible utilizar las preferencias de los estudiantes e identificar métricas comunes para averiguar dónde suelen quedar atrapados en su trayectoria académica apoyados en el desarrollo de cursos diseñados para la era digital (en lugar de simplemente grabar las clases en el aula o enseñar a través de Google Meet, Zoom u otra plataforma), un elemento estratégico que se debe emplear es un «mapa» que los miembros del profesorado preparen para ayudar a decidir qué se imparte mejor en línea y qué es mejor para la instrucción presencial. 

Solemos pensar en universidades para enseñar a los estudiantes una profesión, y realizar investigaciones, pero hay que tomar en cuenta que también son lugares de trabajo. El campus híbrido requerirá que la gerencia universitaria identifique las funciones que son de importancia crítica para la misión de la institución y centren sus recursos humanos en esas funciones. Otros servicios podrían ser mejor prestados por entidades externas creadas por la propia universidad que pueden invertir en esos servicios y proporcionarlos a escala económica complementaria.

En el centro de cualquier cambio en la educación superior no es de extrañar que la administración y el profesorado no estén dispuestos a afrontar por razones atávicas, incluso se nieguen a adoptar nuevos procesos administrativos, estructuras y mediciones de desempeño; sin embargo, como vimos durante la pandemia, es posible hacer cambios que se pensaba que tardarían años en implementarse, pero se pusieron en marcha casi de la noche a la mañana cuando los campus se cerraron temporalmente. 

Las inversiones realizadas y las que haya que realizar son elementos claves para la ampliación de verdaderas plataformas de educación a distancia, bibliotecas digitales, hemerotecas, “big data técnica”, ediciones arbitradas, sistemas de control de plagios, plantas de video “streaming”, estudios de producción, producción de conocimientos, desarrollo de contenidos y de laboratorios virtuales para la educación en línea los cuales son complementos importantes para el «gran experimento de la educación para el futuro», para lo cual, tanto los beneficios como los inconvenientes, son demasiado potentes para ignorarlos.

La educación superior es un servicio público, un nuevo y necesario modelo de gobierno democrático tiene la responsabilidad indelegable e indeclinable de garantizar el desarrollo y calidad del sistema de educación superior concebido como un conjunto articulado de instituciones, programas y escalas atractivas de remuneración; debe procurar los recursos necesarios para su funcionamiento y velar por el cabal cumplimiento de sus procesos, orientaciones y principios en correspondencia con el interés nacional.  En ese sentido la educación superior es un factor estratégico para la reconstrucción nacional, social, consolidación de la democracia, de la soberanía nacional y de una sociedad mejor. 

Entendemos que el sistema universitario en un sentido prospectivo debe coadyuvar a acometer un trabajo de envergadura, incluso de alcance internacional para reformular el sistema universitario y el diseño de una universidad en particular, ello es necesario, pero el objetivo final es definir una política de gobierno el cual bajo un modelo adecuado tiene la obligación de atender las propuestas de un estudio exhaustivo del sistema dentro de las perspectivas de cambio. Estos requerimientos requieren de un proyecto de investigación holístico y la determinante inversión financiera para lograr los objetivos de inducir al cambio y lograr la transformación del sistema orientado a plantear una nueva universidad cuyos componentes estructurales estén asociados al compromiso del liderazgo universitario para su instrumentación.