CRISIS UNIVERSITARIA Y VINCULOS LABORALES
Genaro Mosquera
La universidad venezolana está sumida en una profunda crisis en su misión
y objetivos cuya génesis es producto de la estrategia interventora del régimen
y de los efectos economicos y culturales
que ella produce. Mas allá de la humillanate remuneracion de su capital social,
la perdida de infraestructura, las
limitaciones estructurales, y el
abandono del campo universitario (como consecuencia de la ausencia de recursos
y años de parálisis producto de las restricciones financieras y la pandemia), han
conducido al exodo del personal docente y de investigacion, incluyendo a
estudiantes que, ante la crisis de motivacion y necesidad de sobrevivencia potencian
la accion de no poder continuar sus estudios y muchos se marchan del pais.
Uno de los aspectos relevantes de tal situacion fue la estrategia oficial
de apoderamiento e ideologización de las universidades, su efecto directo de la
paralización la comunidad se ha desenvuelto en un entorno hóstil marcado por la
intervención académica, la dependencia del personal a reglamentos unilaterales,
control centralizado y degradante política de remuneracion. No dejan de ser
importantes las limitaciones curriculares, merma de la calidad educativa, incluyendo
la limitacion de costos complementarios asumidos particularmente por los
docentes para el traslado, adquisicion de equipos y materiales de estudio.
Las
reflexiones anteriores marcan la tendencia de la pérdida del sistema
universitario, ya no solo como consecuencia de las limitaciones anotados, sino
que se está creando otro sistema que, desde el punto de vista de la autonomía,
de la misión y los valores universitarios está cambiando muy rápidamente. La
comunidad observa como el sistema universitario se convierte en otro,
caracterizado por la pérdida de la autonomía, misión y valores. Una reflexión
sobre este particular determina la necesidad imprescindible de cuestionar el
modelo político puesto en práctica por el régimen lo cual obliga a repensar
fórmulas de recuperación en un entorno democrático, es decir refundar la
universidad, incluyendo la educación en general y la recomposición de los egresados
mal formados.
Si se examina
el asunto en un entorno internacional, el caso Venezuela se inscribe en un
sistema que también está cambiando como consecuencia de la mutación de
objetivos y metas, especialmente estudiantiles cuyo comportamiento marca nuevas
tendencias producto, ya no solo de restricciones ideológicas, culturales y de
vínculos con el desarrollo tecnológico actual. Las universidades de variados
países están sujetas a un cambio en su entorno, el incremento significativo de
las matrículas, acompañado del incremento del costo de mantener las
universidades.
Se aprecia
que la reinversión en las universidades disminuye significativamente, la
investigación se hace global y multidisciplinaria bajo control de grandes
corporaciones. Las consecuencias financieras de estas tendencias se profundizan
con un cambio de conducta y determina que sus actividades tiendan a hacerse no
sustentable en el mediano plazo y consecuentemente, también se plantea el
objetivo fundamental de ir a una reformulación universitaria.
Este efecto alcanza
a los egresados de las universidades que logran después de muchas peripecias
salir del sistema como licenciados, incluso postgraduados, pero las perspectivas
de inserción en la sociedad productiva se ven mermados, incluyendo el ingreso
salarial cuyos montos no garantizan las expectativas y sus aspiraciones
económicas y sociales. Información confiable de las universidades,
independientemente de su administración, bien sea publica o privado, han
obligado a financiar los estudios estudiantiles y la tendencia general es que
sus egresados no puedan amortizar de manera adecuada el costo de la carrera.
Por ejemplo, en países desarrollados la política de otorgar créditos y becas a
recuperar después la inversión acumulan acreencias significativas que hacen
casi imposible su amortización y la morosidad sube indiscriminadamente,
En el caso norteamericano,
el gobierno federal siempre ha privilegiado de acuerdo con la Ley de Educación
Superior la cartera de préstamos estudiantiles que se ubicó el pasado año en más
de 110 mil millones de dólares y la deuda por morosidad aumentó más de la
cuarta parte superando incluso las deudas por hipotecas, y de créditos
personales, por tanto, el gobierno federal se ha comprometido a comprar casi el
90% de la deuda el cual se ha estimado en 890 mil millones
de dólares. Estas estadísticas oficiales no gritan sostenibilidad. De hecho,
los números y la retórica recuerdan la burbuja inmobiliaria; demasiados estudiantes
solicitan financiamiento para pagar un precio demasiado alto por sus carreras, y
que por lo demás, las profesiones se están haciendo rutinarias, poco
atractivas, y no garantizan empleo y, si lo obtienen los ingresos son
marginales y la tentación de abandono de los estudios se hace evidente.
En el caso venezolano las pocas veces que se
otorgan becas sus montos son humillantes e inútiles, y no existe la posibilidad
de financiar carreras en el caso de la universidad privada cuyas matriculas son
cargadas al presupuesto familiar y a través del pago derivado de un empleo marginal,
o producto del emprendimiento de moda, es decir, actividades manuales o de
comercio especulativas reduciendo de manera importante el pago de sus estudios.
A ese problema hay que añadir un factor que por lo demás no se ha tratado seriamente,
pero que es clave, se trata de la cultura. Es evidente que los universitarios
han perdido las habilidades de pensamiento crítico lo cual quiere decir que, se
aprecia con facilidad la deficiencia cultural para defender claramente un
argumento, interpretar adecuadamente un libro, comprender las herramientas cada
vez más complejas de la tecnología y menos aún, interpretar documentos de orden
técnico, jurídico o incluso de una tabla de resultados financieros o
estadísticos. También es posible apreciar que incluso en universidades de mucho
nombre el pensamiento crítico brilla por su ausencia,
En general la respuesta pragmática a esos solo dos
factores, es decir, percibir un empleo con salario adecuado o de interpretar de
manera critica los resultados de una gestión ha hecho que se haya
abierto la necesidad de aprender nuevas habilidades, dejar de lado la
carrera universitaria tradicional con ligeras excepciones, y por ende, el
titulo que ha perdido su significación; se tiene como una especie de medalla al
mérito frente a la realidad de que solo desean ser emprendedores o incluso ingresar en grandes entidades
empresariales. A estas últimas francamente no les importa el grado académico,
sino que los aspirantes tengan una habilidad nueva y conveniente a sus
competencias y tareas, de tal manera, que las personas buscan como demostración
de competencia otro tipo de certificado para lograr una posición con sueldos relativos,
pero con bonos en divisas complementarios a su productividad.
Se abre entonces un mercado
competitivo, de nuevas habilidades utilitarias y, la juventud ya lo sabe,
emigra de sus centros de estudio y comienza a mirar programas cortos, baratos y
de calidad cuyos planes son ofertados masivamente por instituciones cuyos
objetivos son certificar habilidades laborales focalizadas en especificaciones
estrechas de las organizaciones demandante.
Todos estos elementos
revelan la necesidad de repensar la universidad, de formular un proyecto de
reconstrucción que tiene que ver con el comportamiento organizacional asociado
al uso de la tecno educación y el viejo vínculo universidad-instituciones-sector
productivo. En ese sentido, se plantea abordar los temas del mejoramiento
profesional haciéndolos compatible con los requerimientos de la triada
mencionada a despecho de las profesiones tradicionales. Surge entonces la diatriba
de reformular la universidad orientándola firmemente hacia la
educación para el trabajo apostando a estimular a los estudiantes con la oferta
de carreras con futuro y a la investigación apoyando , a la certificación
profesional con nuevas habilidades con un diseño curricular más dinámico y acreditable
a las profesiones elegidas fortaleciendo el vínculo con los sectores sociales y
productivos, sometiéndolas a un ajuste permanente que combine el trabajo y la
investigación con el estudio, que flexibilicen
la construcción de planes de estudios acordes con las necesidad coyuntural sin
perder de vista la misión fundamental de la universidad.
Cada universidad, tiene la
necesidad de evaluar su gestión, revisar e integrarse para lograr nuevos
objetivos locales, estadales, nacionales e internacionales a diferentes niveles
profesionales y de investigación tomado de la mano con los requerimientos
sociales, del sector productivo y sus relaciones estratégicas con las corporaciones
de producción de tecnología,
Ante un nuevo
esquema los estudiantes deben rescatar sus motivaciones, y lograr el apoyo de
diversos segmentos para prosperar en la educación superior tomados de la mano
de nuevos objetivos, con reglas claras y una visión de futuro que los hará necesarios
dentro de la reconstrucción de sus instituciones, potenciar sus vínculos
laborales y de emprendimiento en beneficio no solo personal sin del país nacional
inscrito en un entorno democrático y liberal.
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