LOS
EDUCADORES TIENEN LA PALABRA
Genaro
Mosquera
Una de
las variables más importantes del modelo socialista, es la resultante masiva y
sin precedentes del éxodo de casi más de la tercera parte de la población
venezolana la cual ha emigrado con la esperanza de conseguir mejores
oportunidades de vida y, que ahora continua acrecentándose e incluye a un
proletariado hambriento y necesitado que con esa fórmula caminante cree que
logrará superar las pésimas condiciones de vida local; obviamente, sin dejar de
lado la exportación de los “marielitos o pranes” por hacer una analogía cubana
que son enviados con recursos oficiales desviados por el régimen para
desestabilizar a otros países y ciudades, como los estamos viendo en diferentes
locaciones norteamericanas; esos “migrantes”, buena parte de ellos delincuentes
actúan como un virus con el propósito de
desestabilizar a los gobiernos locales con objetivos planeados de eso que llaman “progresismo global”.
El
movimiento global continua dictando directrices para el apoderamiento de países
democráticos con el propósito de cambiar la sociedad e intentar ajustarla a
nuevos modelos de poder dictatorial basados en una estrategia que contribuya a
la formación de gobiernos socialistas en franca marcha hacia el modelo
chino-comunista y, lograr concretar los intereses de los países del este que
han desplegado la línea de conducta de imponer el poder omnímodo, destruir la
separación democrática de los poderes y
sustentarse en las autocracias por medio de la fuerza de las armas y de las
finanzas obtenidas como producto de la corrupción, para finalmente, gobernar el
mundo con la ayuda de satélites latinoamericanos encabezados por una doctrina
gestionada desde Brasil, operada por cubanos y gobernar esta región bajo la
tutela de países socialistas y de
fanáticos religiosos ubicados del otro lado del mundo.
Su
efecto ha favorecido la consolidación del poder mediante un modelo basado en la
destrucción de la clase media, sublimar a la población, provocar la ausencia
del trabajo digno y hacerlos depender de las plantillas del estado. Igualmente,
estimula como política de estado dicho éxodo despoblando al país como meta y
estrategia de dominación, su resultado es un país cada vez menos poblado,
controlado, dejando en el mismo un estrato etario de jubilados, de jóvenes que
nacieron bajo su sistema emulando la ideología del hombre nuevo y de una franja
intermedia que no encuentra acomodo y busca desesperadamente cómo sobrevivir
bajo las peores condiciones de pobreza, sometido a humillaciones, persecuciones
y amenazas.
Este
último segmento de la población en ocasiones y dependiendo de las
circunstancias, es representado por escasos lideres que no han caído en la
tentación de arrimarse al poder y ante su potencial influencia política son
hostigados, inhabilitados y, se intenta al mejor estilo sacarlos del juego incluida
la inhabilitación judicial, desaparición forzosa o encarcelándolos apoyado en
una falsa interpretación funcionalista de los estamentos legales.
Esa
estrategia autoritaria por lo demás global, no ha funcionado muy bien en otros
países del área los cuales comienzan a revolverse frente a los gobiernos
socialistas, con la ventaja de que los gobiernos autoritarios no pudieron
reventar a tiempo la separación de los poderes públicos los cuales han
permitido apoyarse en un sistema electoral poco mediatizado y en consecuencia se
comienza a revertir paulatinamente el regreso a la democracia.
La
realidad de la crisis es percibida y sentida abiertamente, caracterizada por el
hambre evidente y de necesidades insatisfechas, de ingresos limitados e
ínfimos, obligatoriamente complementados por el mal llamado emprendimiento
especulativo. El esquema de vida de la población venezolana ya coincide con la
del cubano: caracterizada por la destrucción de los servicios públicos,
limitaciones vitales en la salud, vías e infraestructuras destruidas,
alimentación deficiente, limitación educativa, emprendimiento laboral y
comercial de carácter marginal.
Solo
la protesta pragmática, masiva y categórica marca las prioridades,
probablemente la más importante es resolver el tema del ingreso familiar; tema
va adquiriendo dimensiones importantes y ante este hecho o disyuntiva, existe
la motivación, fuerza y disposición para defender el derecho de percibir
ingresos justos lo cual solo va a conseguir con la masiva y fuerte y extrema
fuerza de la protesta organizada apoyadas en las exigencias de cambio; es ahí
donde los gremios o agrupaciones civiles en general, dirigentes sociales y
dolientes deben focalizar su sentimiento y derechos ciudadanos.
Frente
a la realidad familiar y laboral se está mediatizado la protesta la cual se ha
centrado en los reclamos salariales soslayando otros factores que el sistema ha
inducido en la calidad de vida del venezolano y, muy especialmente en la
pérdida de la libertad. En ese sentido, habrá que cambiar de táctica, es decir,
ampliar el nivel de protesta hasta ahora limitada al requerimiento de un
incremento de un salario pírrico, que seguramente no será jamás atendido. La
protesta debe ampliarse en beneficio de otros elementos, los centenares de
presos políticos, el rescate de una política económica adecuada, del derecho a
la educación, la exigencia de resolver el insuficiente y pésimo servicio
público.
Esa
táctica no puede ser solo declarativa ni de la protesta de cientos de pequeños
focos; existe una motivación fundamental que afecta obviamente a la familia que
es el ingreso familiar, pero también lo es la ausencia de libertad, la
violación a la democracia, el desprecio de haber elegido democráticamente a los
lideres de la oposición y participar en unas elecciones limpias mediante un
proceso electoral transparente.
Cada
profesor o docente de los cientos de miles que integran el sistema educativo,
representan una poderosa fuerza ciudadana, está subvencionando al régimen con
su trabajo; paga a sus expensas, los gastos de transporte, material docente y
otros gastos que ni siguiera puede pagar. Tiene que hacer diariamente largas
caminatas, no se alimenta adecuadamente, y todo lo intenta pagar a costa de un
salario que no cubre dichos costos y que por cierto ni siguiera complementándolo
con los fulanos bonos de la obligante inscripción al sistema patria (que en
realidad es un carnet de partido) no cubren los gastos. Realmente el educador está
siendo chuleado por el régimen lo cual es totalmente injusto y, conduce al
hecho que no se puede tolerar más esta situación, o mejor llamarla, esclavitud
violatoria de su dignidad profesional.
Sobran
argumentos para dejar de prestar un servicio donde no se perciben los ingresos
necesarios, por eso y por dignidad debe
dejar de trabajar, es decir cambiar a
una acción paralizante, de brazos caídos, sacudirnos de la situación y del
régimen el cual nos tiene maniatados con su modelo político comunista que obedece
a mecanismos de la delincuencia y de otros intereses alineados en el progresismo
fanático que desea gobernar el mundo y cercenar la cultura occidental y la
educación. Los educadores tienen la palabra.