Hace algunas
semanas disertábamos sobre las perspectivas de desarrollo en la universidad venezolana
dentro del entorno de la crisis social y política que ya tiene mucho tiempo
afectándola, y de la insoslayable presencia de la tecnología que marca el
futuro de la educación. Afirmábamos que
la oscuridad educativa es producto del modelo adoptado por la gobernanza de un
régimen que induce muchas limitaciones para el desenvolvimiento de la sociedad del
conocimiento.
Los grandes
cambios globales, y su impacto social han permeado en el manejo de la
información la cual penetra en las mentes de la población que al menos, está
dotada de la capacidad y facilidades para incursionar en las redes sociales a diferentes
niveles de profundidad acompañada de una cierta disposición para conocer la
realidad y hacerla consciente de la necesidad de transformarla incluyendo a la
educación.
Las
tendencias educativas en la sociedad venezolana revelan limitaciones
estructurales que requieren de una importante revisión para al menos, intentar
aproximarnos a sortear algunos obstáculos que tiene la educación superior, hoy
limitada y ajustada al modelo político anti autonómico, guiada por una visión
centralizadora e ideologizada que la ha apartado de su misión y visión.
La adecuación
a los poderosos cambios tecnológicos que impactan a la estructura docente e investigativa,
no solo debe resistir los embates contrarios a la libertad de pensamiento sino
que tiene la obligación de repensar la universidad y que, en algún momento
deberá adoptar una política coherente, moderna y de cambio del sistema
universitario para adaptarlo a la visión de futuro y, a otras consideraciones que
guían hacia nuevos caminos a la educación universitaria, no solo en
nuestro país sino a nivel global.
La pandemia
del COVID 19 marco un punto de inflexión social y cambio de la sociedad, no
solo en sus efectos, sino en que ha inducido una transformación importante en
la manera de impartir y dar continuidad a la educación. Por supuesto, nos
encontramos con la paradoja de adoptar nuevas estrategias frente a la
continuidad de un modelo caduco. Esas nuevas estrategias no tienen el ambiente
apropiado como consecuencia de la sujeción al modelo político actual cuya
resultante singular ha sido que la juventud no solo migró de manera
significativa llevándose su valiosa carga intelectual, sino que dejo atrás a un
sin número de personas que desgraciadamente no tienen interés alguno en la
educación formal.
Los más
capaces simplemente no ingresan a la educación superior sino que buscan
soluciones cortoplacistas de formación simplificada y pragmática lo cual contribuye no solo a abandonar la educación formal sino
que aprovechando el uso de la tecnología buscan conocimientos de pronta
aplicación laboral para insertarse en un sistema claramente informal, el cual
se ajusta al esquema socialista responsable de fomentar la incultura y la
marginalidad como producto lo cual les obliga a buscar en labores empíricas el
sustento para sobrevivir.
El efecto de
las políticas oficiales ha determinado
la desaparición económica de la clase media y ha hecho emerger a un
proletariado que se instaló en la
informalidad laboral lo cual le ha permitido lograr ingresos en divisas
equivalentes al salario mínimo de los países vecinos lo que ha traído como
consecuencia a un individuo cuyo interés inmediato es convivir con el sistema y,
hasta lo protege con la falsa presunción que logró proporcionarles una zona de
confort por cuenta propia, cierta ascendencia y sustituta de la clase
profesional menguada. Este segmento crece cada día, ha creado una nueva clase
social y ha venido paulatinamente pasando de la resistencia al sistema con
relativa tolerancia, e incluso, colaboración.
Considerando
que tales circunstancias están enclavadas en un entorno político de difícil
desplazamiento cuya gestión ha logrado estabilizarse, que se ha legitimado en
cierto sentido y que ha logrado la inserción de una oposición blandengue,
colaboracionista y ajustada a los intereses del régimen, habrá tiempo entonces
de planear qué vamos a hacer cuando esta realidad de paso a la libertad y a la
democracia acoplada a un nuevo modelo de gobernanza.
Surge
entonces la necesidad de repensar de la educación liderada por la universidad, la
cual debe considerar los elementos de la modernidad caracterizada por nuevos
enfoques en su organización y en la manera de profesionalizar sus actividades
para su propio desarrollo y del país.
En ese marco
las universidades deben cambiar su enfoque ante el surgimiento de nuevos
modelos de educación caracterizados por la imposición de la realidad
instrumental, es decir la educación de carácter presencial, en línea o híbrida.
Estos elementos son algunos a lo que las universidades del mundo han tenido que
adaptarse y que seguirán transformando dentro de una especie de multi diversidad,
incluyendo las formas de llevar a cabo las investigaciones científicas, la
operación de las instituciones y el fortalecimiento de la cooperación
internacional.
En ese
sentido, la educación del futuro será multimodal, es decir un mixto de
clases presenciales con clases remotas, asíncronas, o sincrónicas, con
experiencias individuales validadas fuera del aula cuyos conocimientos
autodidactas incluso rebasan a los de los profesores frente a conocimientos adquiridos
con experiencias de aprendizaje individuales o proporcionadas por cientos de miles de centros de formación que otorgan
certificaciones para el ejercicio de nuevos empleos que han requerido potenciar diversas habilidades.
En el mejor
de los casos, los estudios adquiridos en los procesos mencionados deberán ser reconocidos
por las universidades dentro de planes flexibles, acreditables, reconocimiento
de experiencias de formación profesional dentro de la concepción de formar
profesionales multimodales ajustados a nuevas realidades laborales y que
colateralmente permitan el soporte investigativo y el desarrolla de la ciencia
en franca colaboración con los centros de capacitación y corporaciones tecnológicas
que ofrecen un mercado en la formación múltiple y oportuna.
Metodológicamente
se va más allá de lo que estamos viendo en la actualidad como el caso de la
realidad virtual sustentada en soportes de almacenamiento del conocimiento,
seguridad y protección intelectual, manejo a través de “block chain”, la “big
data”, el uso de proyecciones holográficas, la inteligencia artificial y los
espacios virtuales grupales, institucionales y personales metaversos. Es decir,
tecnología virtual en campus múltiples y de combinaciones institucionales e
internacionales de variadas formas organizativas de las universidades que
sobrevivan usando las plataformas web3.
Estas nuevas
plataformas funcionan sin intermediarios y con proyectos de investigación
claramente definidos, están centrados en la descentralización y la economía de los
creadores del conocimiento lo cual introducirá cambios en la manera de enseñar
de manera disruptiva. La cual, por cierto, ya tiene un impacto considerable en
la enseñanza de nuevos idiomas, manejo de las finanzas con el uso de modelos financieros
que rebasan al sistema bancario, el desarrollo del arte digital, el gran
impacto en la música, su difusión, los entretenimientos laborales y de oficios que
marcan la conducta de muchos adultos, pero especialmente a nuestros niños y adolescentes
los cuales desprecian el analfabetismo
digital de los mayores, más bien enseñándoles de cómo manejar los instrumentos
digitales con gran competencia intuitiva.
Este entorno
es todo un reto para un nuevo enfoque, pensamiento y creatividad para el diseño
de un modelo de universidad. No podemos continuar con el modelo actual y su quimérica
transformación o reforma; las mejores competencias profesionales deben tener un
sentido prospectivo y sobre visión de los que se nos vino encima y no nos dimos
cuenta.
El
condicionamiento impuesto por el régimen y su óptica de control social es un
muro de contención, pero aprovechemos el lapso del ejercicio del poder usurpado
es clave repensar la universidad en ese tiempo hasta que las condiciones
determinen el cambio del modelo político, y como señal de esperanza, limitada
por la desesperanza solo puedo decirles en este ambiente restrictivo y en vísperas
de la navidad signo de fe y esperanza que los cambios en el establecimiento
actual se producirán. Los grandes cambios nunca se ven venir, son como pasos silenciosos,
pero inevitablemente ocurrirán.