lunes, 4 de enero de 2021

 

Universidad y cambio político

Por

 Genaro Mosquera

 -


January 2, 2021

Somos redundantes en la apreciación de que el régimen avanza en el apoderamiento institucional con el claro objetivo de consolidar su plan de la patria, el Estado comunal y, sin miramientos, desplazará a la Asamblea Nacional, independientemente de que ella fuese convertida por obra y gracia de la usurpación en un gobierno de emergencia virtual, y que, al menos, fue reconocido nacional e internacionalmente. Dicha Asamblea fenecerá este mes de enero, será sustituida y luego vendrán por el resto de las instituciones sobrevivientes.

La universidad es objeto prioritario del régimen y será sometida a odiosa intervención; esa entidad, casi desaparecida como consecuencia de muchos factores, luego de lograrlo, seguirán los gremios y sindicatos, incluso instituciones como las academias y las religiosas no estarán a salvo.

La sociedad civil, dispersa, con objetivos comunes, pero no consensuados, está distanciada de la “oposición formal” construida sobre la base de errores cometidos, ella busca desesperadamente la unión sin conseguirla, y de reemplazar al liderazgo que no ha sido efectivo para desplazar al régimen, pero ha señalado con buen tino que la universidad en su conjunto es un bastión eterno, crítico y combativo, y a pesar de que está vestida de harapos tiene la conciencia y el valor necesario para propiciar los encuentros e inducir la necesaria resistencia de una comunidad maltratada, pero ética y moralmente clara, cuya influencia en los gremios educativos, y sindicatos las convierte en formidable fuerza de cambio.

Tenemos como universitarios mucho trabajo que realizar en la reconstrucción de Venezuela; no es solamente un problema de hombres o de líderes, es lograr la iniciativa necesaria para contribuir con la transición política, pensar, poner orden conceptual, recomendar, darse su propio gobierno autónomo y democrático, sin miedo y agresivamente frente a las circunstancias y el terror provocado por la dictadura.

Hay que trabajar para solidificar las bases de esa resistencia que provoque el cambio. Las circunstancias del país en dos décadas desdibujaron los objetivos de la universidad, la incapacidad de gestión, reforzada desde el régimen la deterioraron e inmovilizaron, la pandemia la detuvo, dispersó y arruinó. Las acciones paralelas del régimen de crear instituciones similares ideologizadas reemplazaron su producto y ha sido responsable de la creación de fanáticos políticos que refuerzan el esquema del gobierno socialista, el cual con dirección rapidísima va hacia el comunismo y el control social.

Frente a ello, debemos redefinir el rol de la organización universitaria, preparar los planes de contingencia, la reeducación de sus integrantes, la forma de gobernarnos internamente, y la revisión legal, pero, sobre todo revisar el ámbito político en el cual se desenvuelve, por tanto, es absolutamente necesario trabajar las bases sociales de la educación, revisar valores, principios y contenidos con alcance integral, desde abajo hasta los estratos más altos de la educación superior.

Es necesario llevar la información de cambio a las mayorías y convertirnos en multiplicadores de principios y de enseñanza que contribuyan a superar la caída moral y la perdida de los valores del venezolano común,  entrenar con otra visón para contribuir a salir de la pobreza, enfrentar las acciones delincuenciales y la especulación comercial, es decir, abrir las puertas al espíritu, moralidad,  dedicación al trabajo creador e integrador de la familia y de la sociedad, solo de esta manera lograremos el cambio político. La reconstrucción de las instituciones es imprescindible, educarnos para el emprendimiento, el desarrollo nacional, recuperar el liderazgo y la nacionalidad, e impulsar que el bravo pueblo, enfrente a los invasores depredadores y desplace los oscuros personajes de la rapiña y del hamponato para comenzar a ser nuevamente ciudadanos venezolanos y del mundo.

La educación superior dispone de las herramientas para impulsar una transición comprometida desde los niveles educativos básicos hasta la superior para poder catalizar los procesos sociales y políticos en los complejos tiempos en que vivimos. Se hace necesario una acción integral que aborde los temas de la ética, y la democracia como herramientas básicas para el ejercicio de las profesiones, y la trasmisión del conocimiento hasta llegar a la médula de la sociedad, lo que es imprescindible para contribuir con estos aspectos, enfocándolos a proceder a reconducir sus estrategias para el desarrollo humano. Es por eso, que la educación política es crucial para contribuir a la formación de un completo ciudadano y articularse con el sistema democrático y la libertad.

La universidad como ente autónomo, democrático y plural es la institución más adecuada para convocar a su comunidad y a líderes emergentes a objeto de definir nuevas estrategias ante la catástrofe nacional y la dictadura. Una vez logrado su clarificación, definición de objetivos y metas, convocar a los representantes claves de las agrupaciones civiles,  gremios, sindicatos, y a los sectores académicos y estudiantiles para iniciar una cruzada, resistente, unida, con metas de cambio y que pueda proporcionar los elementos necesarios para que la comunidad venezolana los asuma como bandera para el rescate de la libertad y sacudirnos de una dictadura que a pesar que está apoyada por militares antipatriotas, guerrillas colombianas, colectivos armados, y fuerzas heterogéneas cubanas, rusas, chinas, iraquíes, turcas e integrantes del crimen organizado internacional.

La lucha se define con estrategias, fuerza moral, credibilidad y estructuras organizativas que, en este caso, y dado el fracaso de organizaciones que terminaron cohabitando con el régimen, es desde el alma mater, con su valor moral, y su cultura de paz que tienen la fuerza necesaria para modelar la conducta social del venezolano. Para ello, requerimos nuevas autoridades comprometidas con el cambio, dirigentes dispuestos a enfrentar situaciones, gremios que vayan más allá de las necesarias reivindicaciones salariales, académicos y ductores espirituales que conviertan sus impecables ideas en soluciones objetivas y realistas, es decir, un nuevo liderazgo que asiente las bases de la democracia, propicie la expulsión de los tiranos, invasores y aprovechadores, sin miedo, y de manera ansiosamente rápida antes de que los enemigos de la democracia, y los destructores de un pueblo entero terminen con trescientos años de historia universitaria.

Tenemos mucho que hacer, en medio de tanta persecución infame al conocimiento, debemos ser irreductibles contra los tiranos, cumplir con nuestro deber inspirador, totalmente comprometido con la democracia, justicia social, solidaridad humana y estar abierta a todas las corrientes del pensamiento universal. Debemos asumir el reto con optimismo, llevando la palabra y la acción a los ciudadanos, así como también de quienes nos sucederán como académicos, científicos, y profesores. De lo contrario, seremos apisonados, intervenidos y desaparecidos, conjuntamente con las pocas instituciones que todavía quedan en el país. Los hombres de bien, no contaminados, doctos, preclaros, y la nueva dirigencia universitaria tienen la palabra

 


La universidad tiene la palabra

Por

 Genaro Mosquera

 -December 26, 2020

Sin pausa, el régimen avanza en el apoderamiento de todas las instituciones democráticas sobrevivientes a la fecha. Coronará su acción en enero próximo cuando sus huestes se instalen en el hemiciclo donde comenzarán el desarrollo político comunal, y la segunda etapa de regularización de contratos y hechos de corrupción a objeto de liberar ingentes recursos comprometidos con los invasores que gobiernan el país.

Ante tales circunstancias, se ha hecho de todo, abstención militante en las fraudulentas elecciones, consulta masiva a la población sobre el derecho a la libertad, rechazo al régimen, manifestaciones, demostraciones de rabia ante la insensibilidad por la muerte provocada por funestos aliados que no tienen misericordia con los inmigrantes, denuncias públicas con riesgo personal ante los medios controlados, denuncias internacionales, e incluso demostraciones y pruebas ante los organismos mundiales de los desafueros de la dictadura. Todo en vano, cínicamente el régimen ignora todo aquello y hacen gala de brutalidad y desprecio público.

Este dantesco panorama no tiene respuestas adecuadas de la denominada oposición oficial, que voltea política y frecuentemente ante dichos desafueros enmarcados en una aproximación evidente de complicidad y aprovechamiento de la confianza que la gente les depositó ampliamente mucho antes de que perdieran el favor público y se retiraran de la militancia activa de los partidos políticos los cuales también perdieron su misión y compromiso con la democracia.

Se ha denunciado y apoyado la necesidad de una nueva oposición y de aprovechar la inmensa capacidad de recursos intelectuales y de competencia que aún quedan en Venezuela. Estos recursos que también apoyaron a la supuesta oposición no se mostraron activos oportunamente en franca delegación de voluntad, pero llegado el momento actual, nuevas cepas deben asumir dicho liderazgo con valor y amplia capacidad de actuar en el ambiente político, dar el estímulo a la población y enfrentar de una vez por todas a una dictadura que nos carcome y nos ha llevado a ser un pueblo explotado, sumiso y arruinado.

También se ha dicho que esta dirigencia, desparramada por el país, de amplias calificaciones, no tiene una organización adecuada. Se han hecho esfuerzos para consolidarla sin éxito frente a la postura de esa oposición que pregona sin quererla  la mal llamada unidad, pues bien, es el momento de asumirla como entes conductores y representativos de los valores morales y éticos que aún existen en el país; sin embargo, no es fácil apoyarse en una población que lucha individualmente por su supervivencia, frente a la desidia, la especulación de comerciantes aprovechadores, a los entes del régimen que manipulan el hambre y los ingresos familiares en una despampanante demagogia y habilidad para el chantaje, apoyada por enchufados que sí saben cómo mover el asunto a su favor.

Frente a la circunstancia anterior, se ha sugerido que un liderazgo emergente, sin organización y recursos, pero con la palabra e influencia basada en su prestigio y moralidad, le permita vincularse con su “alma mater” y, de los gremios, sindicatos, academias y la Iglesia, y mover la opinión pública y potenciar la resistencia. Estas organizaciones, especialmente las dos primeras, aglutinan a cientos de miles de almas directa e indirectamente, y que todavía no han sido eliminadas o intervenidas, en consecuencia, antes de que ello ocurra el próximo año dentro del plan de destrucción institucional del régimen.

Las instituciones más indicadas para apoyar las acciones referidas son las universidades, a pesar de que ellas también han sido contaminadas. Para todo el mundo es claro que sus autoridades han desarrollado una política de convivencia con el régimen, se sometieron a sus designios por la vía del chantaje del tribunal de justicia ilegal, de un presupuesto manejado mediante un goteo miserable e instrucciones superiores a las cuales ellos se plegaron, permitiendo la destrucción sistemática de las instituciones, la ruina de las instalaciones y del crecimiento de la universidad paralela con fines puramente ideológicos y, que ya “graduó” a millones de personas sin calificación, sin importar calidad, pero llenas de ideas socialistas mediante  un gran lavado de cerebros.

En esta situación, la primera acción libertaria es elegir a las autoridades universitarias con la Ley de Universidades en la mano. Una gran movilización permitirá entregar en manos de unas nuevas autoridades universitarias la gerencia de tales instituciones que sustituyan a autoridades cuyo único fin destacable ha sido la manoseada autonomía, pero sin practicarla, en consecuencia, llegó el momento de elegir a los mejores para sustituir a los complacientes que tienen más de doce años amorcillados al lado de los ministros de Educación de turno en búsqueda de la dádiva financiera para mantener sueldos pírricos, humillantes provocando que más de la mitad de su fuerza docente y en buena medida estudiantil abandonara o migrara a medio mundo..

Las universidades han sido abandonadas a su suerte, víctimas de la  depredación de sus instalaciones, sin servicios y exfoliación financiera, con autoridades que dejaron de legitimarse porque se han ajustado a las condiciones impuestas, y actúan con autoridades que en su mayoría son suplentes porque muchos de los  titulares electos han renunciado y fueron sustituidos por otros no electos como  tales, que actúan directamente en los Consejos Universitarios, Decanatos y Escuelas en dudosa legalidad. La resultante, otra vez como se citó antes, es que la dirigencia ha sido dejada de lado por la comunidad universitaria, no creen en ellos y las críticas y ataques se ven incluso entre autoridades y gremios acusándose mutuamente de irregularidades en la gestión. Los gremios también son combativos en materia reivindicativa, pero hasta ahora funcionan sin el apoyo de sus autoridades, las cuales posponen los debates internos, quizás para protegerse de agresiones, pero lamentablemente han contribuido a debilitar a la institución universitaria,

El agrupamiento de la comunidad universitaria al lado de un nuevo liderazgo se hace evidente para poder en consecuencia darle la fortaleza necesaria para enfrentar al régimen en procura de la libertad nacional y vincularse efectivamente el país político, reconducir la protesta, lograr finalmente expulsar del poder a los corruptos y echar a los invasores. Colocarse al frente del país, con el respaldo de la comunidad en un gran factor de sinergia de cambio iniciando el gran debate dentro de las perspectivas políticas que incluyen a una masa formidable de profesores, estudiantes, empleados y obreros,

Si la universidad no reacciona, en forma masiva ante la potencial toma de la Asamblea Nacional y destruidos los partidos políticos tradicionales y no poseemos una institución combativa como ha sido por siglos, con autoridades nuevas resueltas y una comunidad universitaria movilizada veremos agravar la situación y muy especialmente, por la vía de la fuerza serán obligados a formar parte del proyecto político socialista y comunal que el régimen impulsa de forma tan clara y ante lo cual no se ha reaccionado debidamente

Todos los argumentos señalados nos indican el próximo y cierto futuro, por tanto, el liderazgo nuevo en vínculo con las universidades y sus gremios deben iniciar en la universidad el gran debate provocador del cambio, y preparar las bases para extender sus intereses a las academias, sindicatos de trabajadores y a la Iglesia, para de esta forma potenciar un frente común de rechazo al régimen. La comunidad universitaria tiene la capacidad de convocatoria, por tanto, la universidad tiene la palabra.