Universidad y cambio
político
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January 2, 2021
Somos redundantes en la apreciación de que el régimen avanza
en el apoderamiento institucional con el claro objetivo de consolidar su plan
de la patria, el Estado comunal y, sin miramientos, desplazará a la Asamblea
Nacional, independientemente de que ella fuese convertida por obra y gracia de
la usurpación en un gobierno de emergencia virtual, y que, al menos, fue
reconocido nacional e internacionalmente. Dicha Asamblea fenecerá este mes de
enero, será sustituida y luego vendrán por el resto de las instituciones
sobrevivientes.
La universidad es objeto prioritario del régimen y será
sometida a odiosa intervención; esa entidad, casi desaparecida como
consecuencia de muchos factores, luego de lograrlo, seguirán los gremios y
sindicatos, incluso instituciones como las academias y las religiosas no
estarán a salvo.
La sociedad civil, dispersa, con objetivos comunes, pero no
consensuados, está distanciada de la “oposición formal” construida sobre la
base de errores cometidos, ella busca desesperadamente la unión sin
conseguirla, y de reemplazar al liderazgo que no ha sido efectivo para
desplazar al régimen, pero ha señalado con buen tino que la universidad en su
conjunto es un bastión eterno, crítico y combativo, y a pesar de que está
vestida de harapos tiene la conciencia y el valor necesario para propiciar los
encuentros e inducir la necesaria resistencia de una comunidad maltratada, pero
ética y moralmente clara, cuya influencia en los gremios educativos, y
sindicatos las convierte en formidable fuerza de cambio.
Tenemos como universitarios mucho trabajo que realizar en la
reconstrucción de Venezuela; no es solamente un problema de hombres o de
líderes, es lograr la iniciativa necesaria para contribuir con la transición
política, pensar, poner orden conceptual, recomendar, darse su propio gobierno
autónomo y democrático, sin miedo y agresivamente frente a las circunstancias y
el terror provocado por la dictadura.
Hay que trabajar para solidificar las bases de esa
resistencia que provoque el cambio. Las circunstancias del país en dos décadas
desdibujaron los objetivos de la universidad, la incapacidad de gestión,
reforzada desde el régimen la deterioraron e inmovilizaron, la pandemia la
detuvo, dispersó y arruinó. Las acciones paralelas del régimen de crear
instituciones similares ideologizadas reemplazaron su producto y ha sido
responsable de la creación de fanáticos políticos que refuerzan el esquema del
gobierno socialista, el cual con dirección rapidísima va hacia el comunismo y
el control social.
Frente a ello, debemos redefinir el rol de la organización
universitaria, preparar los planes de contingencia, la reeducación de sus
integrantes, la forma de gobernarnos internamente, y la revisión legal, pero,
sobre todo revisar el ámbito político en el cual se desenvuelve, por tanto, es
absolutamente necesario trabajar las bases sociales de la educación, revisar
valores, principios y contenidos con alcance integral, desde abajo hasta los
estratos más altos de la educación superior.
Es necesario llevar la información de cambio a las mayorías
y convertirnos en multiplicadores de principios y de enseñanza que contribuyan
a superar la caída moral y la perdida de los valores del venezolano común, entrenar con otra visón para contribuir a
salir de la pobreza, enfrentar las acciones delincuenciales y la especulación
comercial, es decir, abrir las puertas al espíritu, moralidad, dedicación al trabajo creador e integrador de
la familia y de la sociedad, solo de esta manera lograremos el cambio político.
La reconstrucción de las instituciones es imprescindible, educarnos para el
emprendimiento, el desarrollo nacional, recuperar el liderazgo y la
nacionalidad, e impulsar que el bravo pueblo, enfrente a los invasores
depredadores y desplace los oscuros personajes de la rapiña y del hamponato
para comenzar a ser nuevamente ciudadanos venezolanos y del mundo.
La educación superior dispone de las herramientas para
impulsar una transición comprometida desde los niveles educativos básicos hasta
la superior para poder catalizar los procesos sociales y políticos en los
complejos tiempos en que vivimos. Se hace necesario una acción integral que aborde
los temas de la ética, y la democracia como herramientas básicas para el
ejercicio de las profesiones, y la trasmisión del conocimiento hasta llegar a
la médula de la sociedad, lo que es imprescindible para contribuir con estos
aspectos, enfocándolos a proceder a reconducir sus estrategias para el
desarrollo humano. Es por eso, que la educación política es crucial para
contribuir a la formación de un completo ciudadano y articularse con el sistema
democrático y la libertad.
La universidad como ente autónomo, democrático y plural es
la institución más adecuada para convocar a su comunidad y a líderes emergentes
a objeto de definir nuevas estrategias ante la catástrofe nacional y la
dictadura. Una vez logrado su clarificación, definición de objetivos y metas,
convocar a los representantes claves de las agrupaciones civiles, gremios, sindicatos, y a los sectores
académicos y estudiantiles para iniciar una cruzada, resistente, unida, con
metas de cambio y que pueda proporcionar los elementos necesarios para que la
comunidad venezolana los asuma como bandera para el rescate de la libertad y
sacudirnos de una dictadura que a pesar que está apoyada por militares
antipatriotas, guerrillas colombianas, colectivos armados, y fuerzas
heterogéneas cubanas, rusas, chinas, iraquíes, turcas e integrantes del crimen
organizado internacional.
La lucha se define con estrategias, fuerza moral,
credibilidad y estructuras organizativas que, en este caso, y dado el fracaso
de organizaciones que terminaron cohabitando con el régimen, es desde el alma
mater, con su valor moral, y su cultura de paz que tienen la fuerza necesaria
para modelar la conducta social del venezolano. Para ello, requerimos nuevas
autoridades comprometidas con el cambio, dirigentes dispuestos a enfrentar situaciones,
gremios que vayan más allá de las necesarias reivindicaciones salariales,
académicos y ductores espirituales que conviertan sus impecables ideas en
soluciones objetivas y realistas, es decir, un nuevo liderazgo que asiente las
bases de la democracia, propicie la expulsión de los tiranos, invasores y
aprovechadores, sin miedo, y de manera ansiosamente rápida antes de que los
enemigos de la democracia, y los destructores de un pueblo entero terminen con
trescientos años de historia universitaria.
Tenemos mucho que hacer, en medio de tanta persecución
infame al conocimiento, debemos ser irreductibles contra los tiranos, cumplir
con nuestro deber inspirador, totalmente comprometido con la democracia,
justicia social, solidaridad humana y estar abierta a todas las corrientes del
pensamiento universal. Debemos asumir el reto con optimismo, llevando la
palabra y la acción a los ciudadanos, así como también de quienes nos sucederán
como académicos, científicos, y profesores. De lo contrario, seremos apisonados,
intervenidos y desaparecidos, conjuntamente con las pocas instituciones que
todavía quedan en el país. Los hombres de bien, no contaminados, doctos,
preclaros, y la nueva dirigencia universitaria tienen la palabra
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