lunes, 4 de enero de 2021

 


La universidad tiene la palabra

Por

 Genaro Mosquera

 -December 26, 2020

Sin pausa, el régimen avanza en el apoderamiento de todas las instituciones democráticas sobrevivientes a la fecha. Coronará su acción en enero próximo cuando sus huestes se instalen en el hemiciclo donde comenzarán el desarrollo político comunal, y la segunda etapa de regularización de contratos y hechos de corrupción a objeto de liberar ingentes recursos comprometidos con los invasores que gobiernan el país.

Ante tales circunstancias, se ha hecho de todo, abstención militante en las fraudulentas elecciones, consulta masiva a la población sobre el derecho a la libertad, rechazo al régimen, manifestaciones, demostraciones de rabia ante la insensibilidad por la muerte provocada por funestos aliados que no tienen misericordia con los inmigrantes, denuncias públicas con riesgo personal ante los medios controlados, denuncias internacionales, e incluso demostraciones y pruebas ante los organismos mundiales de los desafueros de la dictadura. Todo en vano, cínicamente el régimen ignora todo aquello y hacen gala de brutalidad y desprecio público.

Este dantesco panorama no tiene respuestas adecuadas de la denominada oposición oficial, que voltea política y frecuentemente ante dichos desafueros enmarcados en una aproximación evidente de complicidad y aprovechamiento de la confianza que la gente les depositó ampliamente mucho antes de que perdieran el favor público y se retiraran de la militancia activa de los partidos políticos los cuales también perdieron su misión y compromiso con la democracia.

Se ha denunciado y apoyado la necesidad de una nueva oposición y de aprovechar la inmensa capacidad de recursos intelectuales y de competencia que aún quedan en Venezuela. Estos recursos que también apoyaron a la supuesta oposición no se mostraron activos oportunamente en franca delegación de voluntad, pero llegado el momento actual, nuevas cepas deben asumir dicho liderazgo con valor y amplia capacidad de actuar en el ambiente político, dar el estímulo a la población y enfrentar de una vez por todas a una dictadura que nos carcome y nos ha llevado a ser un pueblo explotado, sumiso y arruinado.

También se ha dicho que esta dirigencia, desparramada por el país, de amplias calificaciones, no tiene una organización adecuada. Se han hecho esfuerzos para consolidarla sin éxito frente a la postura de esa oposición que pregona sin quererla  la mal llamada unidad, pues bien, es el momento de asumirla como entes conductores y representativos de los valores morales y éticos que aún existen en el país; sin embargo, no es fácil apoyarse en una población que lucha individualmente por su supervivencia, frente a la desidia, la especulación de comerciantes aprovechadores, a los entes del régimen que manipulan el hambre y los ingresos familiares en una despampanante demagogia y habilidad para el chantaje, apoyada por enchufados que sí saben cómo mover el asunto a su favor.

Frente a la circunstancia anterior, se ha sugerido que un liderazgo emergente, sin organización y recursos, pero con la palabra e influencia basada en su prestigio y moralidad, le permita vincularse con su “alma mater” y, de los gremios, sindicatos, academias y la Iglesia, y mover la opinión pública y potenciar la resistencia. Estas organizaciones, especialmente las dos primeras, aglutinan a cientos de miles de almas directa e indirectamente, y que todavía no han sido eliminadas o intervenidas, en consecuencia, antes de que ello ocurra el próximo año dentro del plan de destrucción institucional del régimen.

Las instituciones más indicadas para apoyar las acciones referidas son las universidades, a pesar de que ellas también han sido contaminadas. Para todo el mundo es claro que sus autoridades han desarrollado una política de convivencia con el régimen, se sometieron a sus designios por la vía del chantaje del tribunal de justicia ilegal, de un presupuesto manejado mediante un goteo miserable e instrucciones superiores a las cuales ellos se plegaron, permitiendo la destrucción sistemática de las instituciones, la ruina de las instalaciones y del crecimiento de la universidad paralela con fines puramente ideológicos y, que ya “graduó” a millones de personas sin calificación, sin importar calidad, pero llenas de ideas socialistas mediante  un gran lavado de cerebros.

En esta situación, la primera acción libertaria es elegir a las autoridades universitarias con la Ley de Universidades en la mano. Una gran movilización permitirá entregar en manos de unas nuevas autoridades universitarias la gerencia de tales instituciones que sustituyan a autoridades cuyo único fin destacable ha sido la manoseada autonomía, pero sin practicarla, en consecuencia, llegó el momento de elegir a los mejores para sustituir a los complacientes que tienen más de doce años amorcillados al lado de los ministros de Educación de turno en búsqueda de la dádiva financiera para mantener sueldos pírricos, humillantes provocando que más de la mitad de su fuerza docente y en buena medida estudiantil abandonara o migrara a medio mundo..

Las universidades han sido abandonadas a su suerte, víctimas de la  depredación de sus instalaciones, sin servicios y exfoliación financiera, con autoridades que dejaron de legitimarse porque se han ajustado a las condiciones impuestas, y actúan con autoridades que en su mayoría son suplentes porque muchos de los  titulares electos han renunciado y fueron sustituidos por otros no electos como  tales, que actúan directamente en los Consejos Universitarios, Decanatos y Escuelas en dudosa legalidad. La resultante, otra vez como se citó antes, es que la dirigencia ha sido dejada de lado por la comunidad universitaria, no creen en ellos y las críticas y ataques se ven incluso entre autoridades y gremios acusándose mutuamente de irregularidades en la gestión. Los gremios también son combativos en materia reivindicativa, pero hasta ahora funcionan sin el apoyo de sus autoridades, las cuales posponen los debates internos, quizás para protegerse de agresiones, pero lamentablemente han contribuido a debilitar a la institución universitaria,

El agrupamiento de la comunidad universitaria al lado de un nuevo liderazgo se hace evidente para poder en consecuencia darle la fortaleza necesaria para enfrentar al régimen en procura de la libertad nacional y vincularse efectivamente el país político, reconducir la protesta, lograr finalmente expulsar del poder a los corruptos y echar a los invasores. Colocarse al frente del país, con el respaldo de la comunidad en un gran factor de sinergia de cambio iniciando el gran debate dentro de las perspectivas políticas que incluyen a una masa formidable de profesores, estudiantes, empleados y obreros,

Si la universidad no reacciona, en forma masiva ante la potencial toma de la Asamblea Nacional y destruidos los partidos políticos tradicionales y no poseemos una institución combativa como ha sido por siglos, con autoridades nuevas resueltas y una comunidad universitaria movilizada veremos agravar la situación y muy especialmente, por la vía de la fuerza serán obligados a formar parte del proyecto político socialista y comunal que el régimen impulsa de forma tan clara y ante lo cual no se ha reaccionado debidamente

Todos los argumentos señalados nos indican el próximo y cierto futuro, por tanto, el liderazgo nuevo en vínculo con las universidades y sus gremios deben iniciar en la universidad el gran debate provocador del cambio, y preparar las bases para extender sus intereses a las academias, sindicatos de trabajadores y a la Iglesia, para de esta forma potenciar un frente común de rechazo al régimen. La comunidad universitaria tiene la capacidad de convocatoria, por tanto, la universidad tiene la palabra.

 

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