Se ha consumado el apoderamiento de toda la
estructura institucional de Venezuela, el impacto de la estrategia de poder del
régimen es formidable en la dinámica socio económica del país, sin contar su
efecto desde el punto de vista político y la imposición del control total del
Estado sobre toda la nación en una dictadura evidente. El impacto directo sobre
la educación venezolana, especialmente en el sector universitario, ha sido
paulatino y sin pausa, depredando significativamente la estructura de formación
e investigación de las universidades y su sustitución permanente por un esquema
ideològizado y de control de sus productos destinados al control social
definitivo para favorecer un modelo arcaico de poder representado por el
socialismo en su marcha hacia el comunismo.
El régimen ha presionado misericordiosamente a la
población, ayudado por la pandemia y con una economía dolarizada, en un
entorno, donde la oposición perdió su liderazgo, por errores o falta de
definición oportuna, dividida dentro y fuera del país, obviamente, sin ser
egoísta, reconociendo que ante tan compleja realidad logró el apoyo
internacional acompañado de acciones importantes para contribuir al cambio
político; pero que, lamentablemente han resultado insuficientes. Ante tales
circunstancias, se deja ver con absoluta claridad la necesidad de un liderazgo
válido, que permita retomar las acciones para oponerse a la política
desarrollada por el régimen cuya inspiración obedece más bien a los intereses anti democráticos, expansionistas y depredadores de países aliados al régimen.
Tenemos conciencia de que la universidad puede
actuar dentro de los alcances de sus objetivos rectores para inducir un cambio
y preparar las bases de la reformulación, apoyándose en su poder de
convencimiento, su cultura, experticia profesional y facultad para vincularse
a, la comunidad, al segmento estudiantil en pleno, a las academias, sindicatos
de trabajadores, gremios civiles y militares, y a la Iglesia, de esta forma,
ayudar a construir un frente común de rechazo y resistencia pacífica al régimen
quien sin miramientos, ha dejado muy claro sus intenciones ya de larga data de
intervenir a la universidad sino también, a la educación en su conjunto.
El régimen ha demostrado a cabalidad que su
objetivo fundamental es completar el sistema de control totalitario basado en
el apoderamiento ideológico, concatenarlo con sus estrategias de
fortalecimiento de su modelo autoritario de gobierno. En ese sentido, volvemos
a recordar que no podemos dejar que ello ocurra, porque si así ocurre, la universidad
dejará de existir en su misión fundamental y será objeto al sometimiento a
planes compatibles con las necesidades dictatoriales.
La comunidad universitaria tiene la responsabilidad
evidente con la fuerza intelectual que todavía posee, de manifestarse y
resistir, a pesar de la destrucción y avasallamiento generado como consecuencia
de la ausencia de recursos, destrucción de sus espacios y la humillación
salarial. Aún posee un contingente de docentes e investigadores, una juventud
inteligente con ansias de libertad, acompañada de una comunidad de trabajadores
y obreros igualmente golpeados, también cuenta con su irradiación en la
conformación de gremios profesionales, academias, asociaciones estudiantiles,
y, presencia, incluso, en el propio gobierno como una fuerza oculta poderosa
El alineamiento de la comunidad universitaria
apoyada en lo más representativo de sus líderes universitarios, que todavía los
hay en acción vinculante con las más relevantes personalidades representantes
de la sociedad venezolana la hace susceptible de disponer de la fortaleza
necesaria para oponerse a las pretensiones educativas del régimen y,
enfrentarlo en procura de la libertad. Es necesario entender el peligro que la
acción del régimen tiene en materia educativa el cual se cierne como una gran
tormenta sobre sus instituciones. Los planes del régimen se vienen concretando
silenciosamente en la oscuridad como hacen los delincuentes, en efecto, el plan
de la patria se apoya en un esquema educativo ajustado a políticas socialistas,
por tanto, es previsible entender la dirección a la cual se dirigen y, en
consecuencia, debemos fortalecer la capacidad de respuesta para evitar la
instrumentación de sus satánicos planes.
El proyecto de cambio educativo por parte del
régimen está estructurado sobre la base de un modelo normativo en pleno
desarrollo, sustentado sobre la base de un modelo social asociado
obligatoriamente a las acciones del Estado, incluso alcanzando a una fracción
de la educación privada para asociarla a sus intereses, ello permitiría el
desarrollo del socialismo intermedio para controlar dicho sector hasta su
apoderamiento final con medidas elementales, como por ejemplo el control de su
economía interna a base de decretos y normativas. Ya desde hace dos décadas, el
dominio político autoritario basado en la manipulación social ahogó a la
población y las sometió. Ahora necesita profundizar esa acción final de dar
muerte súbita de las universidades y construir “una sociedad productiva
socialista, que se concretará con la destrucción universitaria”.
Desaparecida la educación universitaria como la
conocemos, fuente integradora de igualdad de oportunidades se cambiará por
otra, de segregación propiciada, acompañada con la desaparición de la fuerza
intelectual y de su potencial aislamiento, incluso provocando más éxodo de
profesores y estudiantes. Todo ello, basado en la perdida de la gobernabilidad
autónoma, el drenaje de su energía creadora, el control autoritario y la
perdida de legitimidad, construyendo un mundo paralelo de universidades y
aldeas universitarias o territoriales en un número significativo y proselitista
que ya ha parido a más de un millón de activistas. Esta estrategia ha
debilitado al sistema educativo formal ayudado con la excusa de la pandemia y
limitando las acciones universitarias al no permitir regeneración de sus
esquemas de funcionamiento, acoso político y financiero, provocando que la
universidad entre en una situación de agotamiento y desintegración, objeto
ultimo del régimen. La narrativa de esta estrategia se profundiza con los
procesos de deterioro de la comunidad universitaria y su empobrecimiento,
acompañada de la incapacidad de pernoctar en sus espacios, provocando el retiro
involuntario los cuales se dedican a otras actividades de supervivencia observando
pasivamente la desaparición de su hábitat destruido, asaltado o abandonado.
La intención del régimen no se oculta, basta ver
que su acción primera es la de territorializar la educación universitaria a
partir de la vinculación comunidad-Estado mediante la construcción de objetivos
estratégicos para generar una cultura que responda al estado, sustentándola en
un esquema de producción concebido como un bien falsificado vendido al
soberano, potenciando la falacia de ser un proyecto autosustentable articulado
al poder popular de la economía socialista.
El plan del régimen es reorganizar el sistema
institucional mediante un cambio en la oferta educativa bajo control total del
estado, propiciando la participación directa interventora y el poder popular para
orientar a las universidades en cada territorio y lograr objetivos políticos
socialistas, sincronizada con la selección de estudiantes y de profesores
basados en el sistema de ingreso, es decir, entra al sistema quienes ellos
decidan. Complementariamente instrumentan una nueva Ley de Universidades para
garantizar el vínculo con el sistema de producción socialista y la
determinación de los tipos y cantidades de profesionales para cada objetivo, es
decir, acabar con los planes académicos actuales, e instaurar los
ideologizados en perfecta correlación con sus intereses, priorizando el
equipamiento operativo de nuevos programas académicos y la formación de
docentes socialistas para el abordaje de nuevas carreras en sustitución de los
planes actuales de las universidades.
El maquiavélico plan continúa con los programas de
orientación vocacional, léase ideológica, con una plataforma que va desde la
educación básica hasta la universitaria, viabilizando al poder popular comunal
en la dirección y gerencia de las instituciones, en otras palabras, sustituir
la dirección de las instituciones por comisarios políticos. Se maximiza la
estrategia cuando, planean que los centros educativos universitarios respondan
a los intereses estatales y municipales coordinados e intervenidos por las
gobernaciones y alcaldías para consolidar el proceso, fortalecer la Misión
Sucre y administrar el ingreso de estudiantes, controlarlos, y evitar su salida
a centros universitarios de otras regiones.
Se ha analizado el esquema estratégico de lo que
quieren hacer con nuestras universidades; el peligro es total y no lo estamos
viendo, es más, el régimen se ha tomado la atribución de romper los esquemas
autonómicos, planeando carreras acomodadas al supuesto plan económico, de salud
y educativo que merece análisis aparte ya que, si logran imponerlo, la sociedad
venezolana será otra, y obviamente el país será otro e invivible dentro de los
esquemas democráticos. Esta alerta profundiza la necesidad de examinar el
peligro en ciernes si no queremos ser destruidos. Es necesario revisar las
iniciativas del régimen sobre este particular dirigido por el despacho
usurpador de la educación, y redefinir el rol de la universidad mediante un
plan de contingencia, revisar nuestra estrategia de salvamento, convertirnos en
multiplicadores de los principios democráticos e inducir en la sociedad
la fuerza necesaria para construir un nuevo liderazgo que permita
sincronizarnos con las aspiraciones populares para evitar la destrucción
educativa e inducir los cambios del modelo político.
Debemos asumir el reto como universitarios llevando
acción y palabra a la comunidad, ser inteligentes en coordinar con
personalidades del mundo civil y militar que todavía tienen representatividad
social para enfrentar la locura de un sistema que nos mantiene oprimidos, que
viene logrando sin pausa el apoderamiento de las organizaciones, y de cuanta
institución democrática exista en el país, sin dejar de lado, la pérdida de
libertad de las personas. La dicotomía es clara, la resistencia, o la sumisión,
y tengamos presente como dice el dicho: guerra avisada no mata soldado.
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